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La tecnología, el desarrollo y el bienestar

Escrito por Joan Majó el 13/06/2017 a las 19:57:57
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(President del Cecle pel Coneixement. Ingeniero Industrial y ex-Ministro)

El desarrollo de una sociedad tiene mucho que ver con la creación y, sobre todo, con la utilización de tecnología en diversos ámbitos de la vida social. Se puede pues decir que la tecnología, entendida como la aplicación de los conocimientos y las habilidades a la vida práctica, es en buena parte, el motor del desarrollo. Pero ni todas las tecnologías son iguales, ni en todos los ámbitos tienen los mismos efectos. Por ello, la introducción de tecnología debe hacerse valorando adecuadamente sus ventajas y sus posibles riesgos, y sobre todo analizando su influencia en el objetivo real de la economía que es el bienestar de las personas. Voy a hacer algunas consideraciones al respecto.

 

Normalmente medimos el nivel de bienestar material de una sociedad utilizando tres índices: la cantidad de riqueza que la sociedad produce (el flujo, Renta o PIB), la riqueza acumulada (el stock, Capital), y la distribución de renta y riqueza entre sus miembros (la desigualdad, Índice de Gini). El bienestar depende también de otros elementos no directamente económicos, aunque la mayoría están influidos por la economía (salud, clima, libertad, educación, cohesión…), pero yo me refiero ahora sólo a algunos de los económicos, analizando la relación del progreso tecnológico con ellos y sus implicaciones de tipo político. Cito solamente tres temas a título de ejemplo y acabo con una conclusión.

 

 

1. La tecnología aumenta la productividad de los sistemas de fabricación, permitiendo obtener más y mejores productos con menos uso de recursos naturales, y con menos utilización de trabajo humano. Aumenta por tanto la eficiencia del trabajo y ahorra recursos; supone una liberación de personas en cuanto a tareas duras y repetitivas, y evita el agotamiento de los recursos naturales. Estos dos ahorros en el proceso productivo, pueden reflejarse en un menor precio del producto final, o en una mejor retribución del trabajo, aumentando en ambos casos el nivel de bienestar. La opción entre uno u otro entra en el campo de la política. Paradójicamente, este aumento de bienestar puede ir acompañado de una disminución del PIB…

 

2. Un caso concreto, muy de actualidad, son las tecnologías que permiten “capturar” energía útil transformando flujos de energía procedentes del sol o de los movimientos naturales del aire y del agua, en lugar de “generar” energía quemando combustibles que contienen energía fósil y producen residuos no deseados. Esta es una transformación que seguramente también daría lugar a una disminución del PIB pero a un aumento del bienestar. Si además la captura se hace de forma distribuida (en contraste con la actual “generación concentrada” que genera oligopolios) seria un elemento de reducción de las desigualdades. Podría también suponer una recomposición del stock de capital (energético) de algunos países, con consecuencias en las relaciones de poder mundiales.

 

3. Las tecnologías relacionadas con la movilidad, la digitalización, y la conectividad global, han aumentado mucho la posibilidad de resolver gran parte de las necesidades humanas disponiendo (a veces gratuitamente) de mucha más información, o utilizando adecuadamente servicios colectivos, en lugar de necesitar poseer “aparatos” personales que nos prestan un servicio individual. El transporte colectivo nos reduce la necesidad del vehículo propio, wikipedia nos ahorra las enciclopedias, el reconocimiento de la voz nos ahorra llaves y cerraduras, la “banca on-line” nos evita desplazamientos y papel, el “teléfono móvil” ha jubilado ya las calculadoras y está acabando con las agendas y las cámaras de fotografiar. Es evidente que podremos revisar nuestras maneras de vivir, y diseñar escenarios con menos crecimiento del PIB, menos stock de productos materiales, más utilización inteligente de la información, y más bienestar colectivo.

 

Mi conclusión es que el progreso tecnológico actual nos libera de muchas barreras que nos han tenido limitados, nos permite pensar nuevas formas de organización social que respondan mejor al objetivo del bienestar, pero nos obligan a adoptar nuevas regulaciones de la producción y de los mercados. También nos imponen la necesidad de medir el progreso de las sociedades utilizando nuevos índices que den más importancia al bienestar que al PIB.

 

Joan Majó, ingeniero.