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Las pantallas echan humo: la guerra que ya hemos perdido

Escrito por Salva Lopez el 26/02/2023 a las 20:50:27
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(Speaker Internacional en Music Thinking for Business People y fundador de RUAKENRUOUL Online Productions)

Os hablaré de cómo estamos perdiendo, o hemos perdido ya, al menos para una generación, una de las grandes batallas de la humanidad, una que creíamos que ya estaba ganada. Y de cómo, quienes la están ganando, lo están haciendo gracias a los nuevos hábitos de consumo de medios, apoyados en la tecnología de la fibra óptica y lo que se transmite con ella.

 

En muy pocos años los países llamados desarrollados han pasado de tener familias reunidas en el sofá viendo juntos unos pocos canales universales de televisión, a que cada miembro de la familia disponga de una o dos pantallas individuales: el móvil y el portátil o la Tablet. Ahora cada miembro de la familia consume sus propios medios individualmente, niños incluidos, por supuesto. Todas las plataformas de difusión han escapado de la jaula del televisor y han colonizado el resto de los dispositivos a través de apps. Con la enorme oferta de canales y la gigantesca oferta de series de gran calidad en diferentes plataformas (HBO, Movistar Plus, Disney+, Netflix, Apple TV, Amazon Prime…) nuestros hijos consumen discretamente series (y sus ideas y programaciones sociales) fuera de nuestro conocimiento.

 

Y esas series de TV, donde siempre ha existido algo llamado “product placement”, son un escaparate donde se introducen y se normalizan ideas y donde se programan las estructuras mentales de la audiencia, especialmente de la audiencia cuyas estructuras mentales se están formando, aún sin capacidad crítica, y son por lo tanto más vulnerables.

 

¿Se acuerdan de la archi-famosa serie Stranger Things…? ¿La han visto…? ¿Han visto The Crown…? Sin duda muchos habrán visto también, o al menos habrán oído hablar de Peaky Blinders… ¡Hay tal cantidad de series hoy en día!

 

 

LAS PANTALLAS ECHAN HUMO

 

En Europa, la publicidad y el patrocinio del tabaco en televisión se prohibieron en 1989 en virtud de la Directiva sobre televisión sin fronteras (89/552/CEE). Y, en las últimas dos décadas, las legislaciones de numerosos países han ido limitando el consumo del tabaco prohibiendo su consumo primero en los lugares de trabajo, luego en los espacios cerrados y próximamente en el coche y en espacios abiertos como en las terrazas de bares y restaurantes o en las playas.

 

Los gobiernos pasaron de promocionar durante décadas el tabaquismo a través de sus propias empresas, como lo fue la empresa pública Tabacalera, a seguir haciendo negocio vía impuestos sobre el tabaco, y ahora a mantener una activa guerra contra su consumo. Los costes sociales del tabaquismo, en número de vidas y en costes sanitarios, son una de las grandes lacras de nuestra sociedad, que pagamos todos, con nuestras vidas y con nuestros impuestos.

 

Esa guerra parecía ganada, pero… resulta que los jóvenes de hoy, adolescentes y pre-adolescentes, fuman más que nunca. ¿Cómo es esto posible?

 

En España, en el día mundial sin tabaco se publica que “el porcentaje de adolescentes que fuman se duplica de los 14 a los 18 años”, “Un 18,4 % de los estudiantes de 14 años fuma y esta cifra, ya de por sí muy elevada, se incrementa exponencialmente alcanzando el 43,7 % a los 18 años”, “la edad de inicio del consumo del tabaco en España es de las más más bajas de Europa”. También se publica que las chicas adoptan más el hábito que los chicos, lo que está feminizando el cáncer de pulmón.

 

 

LA PANTALLA COMO PROGRAMADOR SOCIAL

 

En los años 90, época todavía de pocos canales universales de TV, la exitosa serie Expediente X mostraba a un siniestro personaje llamado “el fumador”, con cara amarillenta y enfermiza y siempre un pitillo a medias entre los dedos. Fue un buen intento de generar repugnancia entre la audiencia. Programación social básica.

 

AVATAR, una de las cintas más exitosas de la historia del cine, se estrenó en 2009. La acción transcurre en un planeta cuyo aire es venenoso para el ser humano, que vive en instalaciones selladas con atmósfera respirable. Y sin embargo en los primeros minutos de la película la Dra. Augustine (nada menos que Sigourney Weaver) aparece fumando un pitillo como si nada, contaminando ese escasísimo aire respirable. Pocos instantes después aparece el malo de la película, fumando nada menos que un puro. Es muy frecuente ver películas de ciencia ficción con personajes que fuman dentro de naves espaciales. Algo aberrante, pero convenientemente maquillado y naturalizado. Programación social básica.

 

Si alguien ha visto otra de las series más famosas de la era moderna, Peaky Blinders, se habrá encontrado con una serie de primera línea donde fumar es un hábito universal y permanente. Ya en el minuto 4 del primer capítulo aparece el primer ser humano fumando. Y esto es algo muy habitual en muchas series de grandes plataformas. Usted comienza a ver una serie nueva, y en los primeros 5 minutos ya aparece un cigarrillo. No llevo la cuenta, pero es muy fácil que el lector lo compruebe por sí mismo. Ponga cualquier serie de TV, fíjese bien y cuando aparezca el primer fumador mire el reloj. Cinco minutos.

 

 

MONITOREANDO LA CUESTIÓN

 

Pero hay quien vela por este tema y sí lleva la cuenta. En 2019, Truth Initiative (truthinitiative.org) publicó un informe que demostraba que las escenas con tabaco se habían incrementado hasta detectarse en el 92% de las series analizadas, capítulo a capítulo, temporada a temporada, serie a serie. Así sucedió con las aclamadas Stranger Things, House of Cards, Orange is the new black o Modern Family, por citar sólo cuatro de las muchas en que esto sucede.

 

O bien los guionistas de esas series son todos fumadores empedernidos que usan sus guiones para reivindicar rabiosamente su hábito, o bien las compañías tabacaleras, que ya no pueden hacer publicidad en TV, se unen y financian los costes de producción de una apabullante cantidad de series, con la colaboración inestimable de todos esos mismos guionistas. Podemos llamarlo publicidad subliminal, o programación social básica. El resultado será el mismo.

 

El informe de Truth Initiative, en el que se denunciaba el uso de tabaco, concretamente en la plataforma Netflix, lo señalaba como una de las causas del aumento del consumo de tabaco entre los jóvenes. Menudo golazo nos metieron las tabacaleras. Menudo golazo.

 

Disney ya había “declarado la guerra al tabaco” cuando en 2007 prohibió todo rastro de tabaco en sus películas familiares, prohibición que luego se extendió a los estudios que trabajaban con ellos, y a las películas de Marvel, Pixar y LucasFilm. Incluso los nuevos personajes que se fueran a crear para películas de estas productoras tendrían prohibido fumar.

 

Y Netflix se vio forzada a reducir drásticamente su flagrante promoción del tabaco en 2019, pero el daño ya estaba hecho. Oigo hablar de niños de 15 años, amigos de mis hijos, que quieren dejar de fumar, y no pueden. Con 15 años. Dejarlo. Dejar un hábito que hace décadas sabemos que provoca cáncer y ha matado a millones de personas. MI-LLO-NES-DE-PER-SO-NAS

 

En el principio de una vida entera, querer dejar el hábito que te va a matar, y que ya has adquirido.

 

Y así, ese hábito horrible que en un momento dado pareció pasado de moda y superado, esa oscura página de nuestra historia donde el humo y el olor a tabaco eran la norma universal de la que los no fumadores no podíamos ni siquiera quejarnos, sigue ahí. Resulta que el mortal y apestoso hábito no sólo no desapareció, sino que está vivito y coleando, más vivo que nunca en las nuevas generaciones, en nuestros hijos. Otra generación enganchada a esta lacra.

 

Si una sociedad se valora por cómo cuida a sus hijos y a sus mayores, ¿qué clase de sociedad somos?

 

Desde estas líneas quiero maldecir, personalmente, a todos esos guionistas, productoras y plataformas de difusión que eligen contar historias donde los personajes fuman innecesariamente, por perpetuar un hábito que únicamente aporta dolor y horror a la humanidad. Todos ellos podrían contar exactamente las mismas historias sin un solo pitillo, pero eligen no hacerlo. Todos ellos saben exactamente la intención y las consecuencias de sembrar las series de TV de personajes fumando, y durante años lo han hecho y aún lo siguen haciendo.

 

Deberíamos usar las NNTT para cosas mejores que para envenenar a nuestros hijos. Como dicen los memes de hoy en día, estamos pidiendo a gritos un meteorito.

 

Por Salva López, SalvaROCK (www.salvarock.es, Instagram @salvarock.es)