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Un sueldo asertivo (I)

Escrito por Mercè Tell el 06/05/2014 a las 18:47:02
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(Directora de inversiones)

Si un fondo de capital riesgo invierte en tu proyecto, estás en el punto de partida idóneo para conseguir el éxito como emprendedor. Pero hay una cuestión  en todo este proceso, que podría parecer intrascendente y en cambio puede convertirse en una molestosa piedra en el zapato: el sueldo del emprendedor.
 
 
El salario define la profesionalidad, pero éste debe ser poroso, ya que necesita impregnarse de ciertas variables: una correlación entre la experiencia y formación del emprendedor, la edad, el sector de la startup, la competencia  y las referencias del mercado.
 
 
Establecer un parámetro único para todos los emprendedores es un error. Para empezar, el sueldo debería de ser distinto teniendo en cuenta la fase de la startup. Y con otro ejemplo, se entiende que el emprendedor que proviene de una gran multinacional con una sustanciosa remuneración muchas veces no estaría dispuesto a emprender perdiendo nivel económico. 
 
 
El emprendedor debe sentirse cómodo con su sueldo, con el objetivo de facilitar el desarrollo de la empresa. A su vez los inversores debemos procurar también mediante el salario, que las relaciones sigan solidificándose. El sueldo es una garantía de confianza y creencia en el proyecto. El quórum es imprescindible por ambas partes. 
 
 
La llave del éxito nace del equilibrio, de un sueldo higiénico y sostenible. El inversor no debe imponer, pero el emprendedor debe asumir los riesgos que conlleva el salario de una cierta magnitud en su empresa, porqué este mismo salario consume recursos y una óptima gestión es necesaria para salvaguardar la inversión.  El emprendedor debe valorar los beneficios que pueda aportarle una menor remuneración, tales como un mayor desarrollo del proyecto  o un control más exhaustivo de los costes o incluso una menor dilución de su participación en el futuro, que no requiere inversiones adicionales al haber optimizado la salida de tesorería. 
 
 
El emprendedor es asalariado a la vez que socio inversor, y cómo tal, participa de los dividendos. En una inversión de la cuál el emprendedor es socio, él debería ser el primero en ser consciente que un sueldo demasiado elevado puede ser perjudicial para el ritmo de crecimiento de la startup. Pero por otro lado, otros emprendedores se muestran partidarios de incrementar notablemente su sueldo con el fin de empatizar con el inversor. 
 
 
El emprendedor puede asumir un sueldo más ajustado en las fases más embrionarias, pero siempre jugando al futuro: adecuar el sueldo a medida que crece el negocio. No construir un salario en base a expectativas, a veces hipotéticas. En la fase embrionaria la capacidad de sacrificio puede aportar más valor a la empresa.  Frente a esta mentalidad mediterránea que premia la capacidad de sacrificio encontramos el ideal estadounidense que define al emprendedor por lo que gana. 
Si el emprendedor tiene en mente hacer negocio con su sueldo camina por un sendero equivocado. Detrás de la cifra que construye el sueldo podemos entrever la verdadera razón por la cual alguien toma la decisión de convertirse en emprendedor. La ambición de convertirse en un empresario de éxito es un objetivo totalmente lícito, más allá de la misión social que pueda llevar a cabo una startup; pero es conveniente que el emprendedor se cuestione si el hecho de tener un buen sueldo para él es un objetivo largo o cortoplacista. La renuncia a un sueldo de mercado, o la diferencia entre un sueldo emprendedor y de mercado, se puede considerar una aportación en especie de la cual se obtiene un mayor porcentaje de la empresa, y a la que se aporta valor. 
 
 
El emprendedor debe obtener beneficios con los dividendos y la venta de la empresa, su principal objetivo.  El emprendedor necesita de un bienestar económico personal, sentirse cómodo y realizado profesionalmente con el sueldo asignado, de no ser así, podría poner en jaque la perdurabilidad de la inversión. El sueldo no es simbólico, cimienta la estabilidad, pero no una meta de per se.