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Un nuevo relato 5G

Escrito por Javier Domínguez el 13/12/2022 a las 18:11:22
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(Ingeniero de Telecomunicación)

Antes de nacer, la tecnología móvil 5G ya protagonizaba el relato sobre la transformación digital. Fue ascendida a la categoría de paradigma y era considerada un componente esencial con impacto transversal sobre la sociedad y la economía. Las expectativas se documentaban con un muestrario de supuestos ‘casos de uso’ en diferentes sectores industriales y sociales. Así, en un ambiente entusiasta, se creó el Observatorio Nacional para ordenar el ecosistema de la 5G y dar brillo a las iniciativas y sus actores. Además, se concedieron subvenciones públicas para proyectos piloto con la participación de operadoras, empresas, universidades y organismos de investigación.

 

La euforia convirtió al símbolo 5G en argumento comercial iniciándose el despliegue con apoyo en la red de la 4G: como consecuencia no se aprecian mejoras significativas en las prestaciones de la conectividad. Los usuarios que disfrutan de la presencia del símbolo 5G en la pantalla de su móvil transitan indiferentes por las limitadas coberturas, sin que exista una aplicación incentivadora. Cuentan que los beneficios de la verdadera 5G llegarán con una versión plenamente autónoma (stand alone).

 

Se sabe poco de los resultados de los proyectos piloto. Las descripciones publicadas acentúan las supuestas ventajas de la nueva tecnología, pero disimulan las limitaciones y desafíos que es preciso superar. El Observatorio Nacional 5G podría gestionar y editar un análisis consolidado y realista del conjunto de los resultados.

 

En el relato inicial se transmitió la ilusión de que la 5G se difundiría urbi et orbi para así facilitar la reducción de la brecha digital. Ahora, con el entusiasmo más moderado, progresa la tendencia a priorizar ámbitos donde, con aplicaciones específicas, se prevea un mayor impacto. Incluso, se reconoce la reserva de espectro radioeléctrico para uso de entidades privadas (no operadores), con el propósito de configurar redes locales con 5G y satisfacer sus necesidades internas de conectividad (autoprestación). Mientras tanto, ha sido declarada desierta la convocatoria de ayudas para la provisión de infraestructuras pasivas donde no exista cobertura 4G con un servicio mínimo de 10 Mbps (eufemismo de zonas de escasa rentabilidad).

 

Llegados a este punto se antoja necesario renovar la narrativa 5G: componer un nuevo relato que se reconcilie con la realidad y actualice las expectativas. Una crónica que favorezca la convivencia e integración de las dos familias, 4G y 5G, para que el usuario final perciba un único ecosistema: el de las comunicaciones móviles de banda ancha, con conectividad y prestaciones adaptadas a las demandas sociales, a los requisitos de los ‘casos de uso’ y a las necesidades de los clientes. Sospecho que aún se justificarán más versiones del relato antes de que la 5G adquiera su madurez tecnológica y comercial.