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¿Qué no nos da la Red?

Escrito por Luis Ángel Fernandez Hermana el 09/10/2012 a las 21:03:01
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(Director)

Los cofundadores de Twitter acaban de inaugurar un par de webs con vocación de convertirse en redes sociales, famosas antes de empezar a funcionar gracias al prestigio de sus creadores. Uno de ellos ha justificado esta iniciativa con un argumento sencillo pero demoledor: “Algunas cosas no han evolucionado tanto como esperábamos (…), ha habido menos progresos para elevar la calidad de lo que se produce en la web.” Y promete reimaginar el proceso de publicación basándose, entre otras cosas, “en las necesidades del mundo de hoy”.

 
 
Bueno, a la vista de los debates que recorren la Red, somos muchos los que estamos de acuerdo con esta afirmación, y no desde hace unos días. Nos encontramos en el medio de un remolino que se alimenta de fuerzas diferentes que, a la postre, resulta casi imposible de separar. Los medios sociales contribuyen de manera decisiva a la experiencia socializadora de Internet, una experiencia rica, sorprendente en sus dimensiones, alcance y omnipresencia. Pero, su velocidad y amplitud de propagación premia sobre todo la información efímera, superficial, de consumo instantáneo. En otras palabras, es una comunicación que sirve fundamentalmente “a la venta”, ya sea de uno mismo, de su empresa, de productos, de eventos, de gustos o emociones, de aspiraciones y ambiciones, de ideas y visiones. Pero no deja de ser venta. Por lo general, hay poco detrás de la tramoya. Llamar a esto “creatividad” y “generación de conocimiento” se ha convertido en la moneda de cambio del vacuo lenguaje actual con reverberaciones digitales.
 
 
La cuenta de resultados, sin embargo, no miente. Miles, millones de seguidores no aúpan los porcentajes, ni mejoran nuestros proyectos, ni les garantiza continuidad. Y para colmo, casi cada día descubrimos que esos seguidores se compran o se venden, o no existen, o no usan las herramientas con la persistencia necesaria para encolarlos a nuestros productos (o a nuestros deseos). Ante este panorama, crece la desazón y los cofundadores de Twitter se devanan los sesos buscando soluciones, “las que el mundo necesita”.
 
 
Las soluciones ya estaban, están y estarán en Internet. Las soluciones vienen de la mano de las tradicionales comunidades virtuales dotadas de las herramientas, los conocimientos y las competencias que hemos adquirido en la última larga década. Esta combinación de espacios virtuales organizados en función de objetivos concretos e intereses comunes, gestionados para poner a disposición de sus miembros todos los recursos necesarios para alcanzar dichos objetivos,  diseñados para producir y desplegar el conocimiento que las organizaciones necesitan, son lo que nosotros denominamos redes sociales virtuales de conocimiento, y que otros prefieren cortar por lo sano y comienzan a llamarlas redes temáticas.
 
 
Sea gato blanco o gato negro, hablamos de redes que cazan (crean) conocimiento, que lo hacen mediante procesos creativos diseñados y gestionados para alcanzar fines concretos. Y si estos fines encapsulan correctamente nuestros intereses, entonces estamos muy cerca de que las cosas funcionen como pensamos y actuemos de acuerdo -en mayor o menor medida- a las necesidades del mundo de hoy. Para ello, no hacen falta nuevas e ingeniosas webs, sino redes de conocimiento enfocadas a producir la información y el conocimiento que garanticen la continuidad y sostenibilidad de los proyectos. Y, de paso, nos proporcionen la comprensión para actuar en el mundo global que habitamos.
 
Luis Ángel Fernández Hermana
@luisangelfh