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Postulado solemne y silencio sonoro

Escrito por Javier Domínguez el 09/05/2023 a las 19:03:52
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(Ingeniero de Telecomunicación)

¡Todo lo que se pueda digitalizar, se digitalizará! Postulado habitual en la narrativa sobre la transformación digital. No hay que alejarse para encontrar la excepción que cuestiona la regla: en España, los servicios de la radiodifusión sonora terrestre (la radio) siguen siendo analógicos y sin expectativas para su digitalización.

 

La tecnología no es culpable de esta situación: la solución de la radio digital terrestre (RDT) está disponible desde hace tiempo, con despliegue en diferentes países europeos. Los nuevos automóviles incorporan equipos capaces de sintonizar y reproducir los servicios de la RDT, y existen en el marcado receptores domésticos a precios asequibles. Además, al igual que sucedió con la ya lejana evolución de la televisión analógica a la TDT, la digitalización de la radiodifusión sonora mejora la eficiencia espectral y energética, ofrece más calidad y nuevas oportunidades de canales y programas. 

 

Quisimos, allá por el 2000, ser pioneros en el uso de la RDT. Hoy, la cobertura es insignificante y las emisoras que la alimentan se limitan a reproducir, simultáneamente, los contenidos de la FM analógica. A pesar del entusiasmo que provoca la transformación digital, llama la atención el silencio elocuente sobre la RDT: es ninguneada por la eurocracia bruselense y por las administraciones estatal y autonómicas. De los radiodifusores cabría esperar un posicionamiento a favor de la modernización tecnológica; al contrario, contribuyen, también, al silencio: no muestran interés por la evolución ni hacen ruido mediático solicitando ayudas para facilitar la transición.

 

Sucede que la audiencia de la radio convencional (la que se escucha a la vez que se emite según un horario de programación) disminuye, lenta pero progresivamente. Los radioyentes estamos cada vez más envejecidos mientras que la juventud elige otras modalidades de la industria del audio. Desde Internet se ofrecen nuevos formatos: la escucha de la radio en directo (sitios web o aplicaciones de las emisoras) o en diferido (con podcast que encapsulan los programas emitidos por la radio convencional para escucharlos cuando se desee, o especializados y producidos para su distribución por plataformas específicas). Y en el terreno de juego de la Red, tanto los radiodifusores como los oyentes dependemos de los proveedores de acceso a Internet y de sus condiciones para distribuir y descargar los datos.

 

Ocurre que es relevante la inversión necesaria para digitalizar íntegramente la radio convencional, y que hay muchas emisoras locales (con audiencia en comunidades rurales que aprecian los contenidos cercanos) sin capacidad para afrontarla. Además, como la digitalización facilita la aparición de nuevos actores, se complica la subsistencia a partir del mercado publicitario.

 

Así las cosas es difícil evitar el escepticismo sobre la evolución tecnológica de la radiodifusión sonora terrestre. Los radioyentes deseamos seguir disfrutando de una radio fácilmente accesible, inmediata, con audio de calidad, continuidad en la recepción, y gratuita; y si es con tecnología digital, como profetiza el solemne postulado, fetén.