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Pensiones, penúltimo asalto (y 4)

Escrito por Mª Teresa Pascual Ogueta el 18/02/2014 a las 11:17:46
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(Ingeniera de Telecomunicación y escritora)

 El tiempo convulso que vivimos nos recuerda que la estabilidad a largo plazo no está garantizada, quizá ni siquiera existe. Hay que gestionar la incertidumbre. Respecto al futuro de las pensiones, ya conocemos el problema. También sabemos que el enunciado lo pueden cambiar y es casi seguro que lo van a cambiar a lo largo del tiempo. Así que más que una solución, que sería errónea a la menor variación de la hipótesis de partida, hay que pensar en estrategias. Por si alguien tiene duda, basta mirar los cambios legislativos respecto a la jubilación en los últimos cinco años. Cambios de calado que han trastocado los planes de millones de personas y debacles económicas a pequeños inversores producidas por las condiciones escondidas en la letra pequeña. 

 

A nadie en el sector de las TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) se le ocurriría hacer planes tecnológicos inamovibles a un plazo de veinte años ¿Cómo se puede dejar un dinero retenido a ese plazo cuando no solo hay volatilidad tecnológica, sino económica?
 
 
Hasta ahora ha habido formas de rentabilizar los ahorros que han funcionado. La pregunta es ¿el entorno que tenemos, preludio del que viene, es apropiado para gestionar los ahorros de la misma manera? Ahora ya sabemos que no hay entidad suficientemente grande como para no caer, ni protección gubernamental que baste para confiar en entidades que consiguen escapar a una regulación estricta. Por eso las decisiones a tomar no son fáciles. 
 
 
En los mejores años de nuestra vida profesional el trabajo absorbe nuestras mejores energías y casi todo nuestro tiempo. No hay apenas ocasión para estar pendientes de los detalles financieros y es casi obligado confiar en lo que nos ofrecen entidades serias, pero eso, ya lo hemos visto, también  ha cambiado. No podemos dejar nuestro futuro económico fuera de nuestro control.
 
 
Es una obviedad que hay que ahorrar para cuando llegue la jubilación, pero teniendo en cuenta todas las opciones y no solo las que vienen de consejos y previsiones interesadas. Un sistema público de pensiones que funcione es un buen contrapeso a los cantos de sirena.  El problema para el sistema público no es el número de trabajadores por cada jubilado, sino el nivel de ingresos y eso viene dado no solo por la abundancia de trabajadores en activo, sino por la calidad de su salario. De hecho, en algún país muy admirado por su bajo índice de paro, el problema está en que los llamados “mini jobs” bajan los índices de paro, pero no solo no permiten vivir de forma autónoma a quienes los tienen, sino que tampoco les permite cotizar para tener una pensión de jubilación. El trabajo precario de baja cotización es la principal amenaza para el sistema, no la demografía. 
 
 
Las opciones para el ahorro privado disponibles habrá que analizarlas en cada caso particular porque no hay una herramienta de validez universal. No obstante,  siempre hay una regla de oro: Antes de firmar ningún compromiso, hay que leer el borrador tranquilamente y consultar a personas de fuera de esa entidad lo que no se entiende. La redacción de los documentos que entregan financieras y aseguradoras es deliberadamente rebuscada y a menudo difícil de entender.
 
 
Probablemente ni siquiera el profesional que nos lo ofrece conoce el alcance de determinadas cláusulas. Aunque las entidades, por regla general, no son proclives a dejar leer los contratos días antes de la firma,  no hacerlo puede costar muy caro. 
 
 
Mª Teresa Pascual Ogueta
Ingeniero de Telecomunicación