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No sólo cayó el muro de Berlin

Escrito por JOSEP JOVER I PADRO el 09/11/2009 a las 17:26:51
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(Advocat i gestor de conflictes)

Estos días celebramos que hace 20 años cayó el muro de Berlín. Todos nos hemos creído que las sociedades y filosofías que pasaron a mejor vida eran las de los países del Este de Europa, los países llamados comunistas. La realidad es muy otra. El mundo que conocimos y cómo lo conocimos ha ido extinguiéndose en estos 20 años a la misma velocidad que el recuerdo de esos países que giraban en la òrbita de la URSS. Vivimos tan deprisa que no somos conscientes de lo rápido que cambia nuestro mundo y nos aferramos inconscientemente a los viejos puntales que han forjado nuestra sociedad. Siete son los puntales del estado/nación nacido de la revolución francesa: La Frontera,La Moneda, La Bandera, El Derecho, La Propiedad, El Ejército y El Trabajo. Sobre esas premisas se desarrollaron los estados modernos: Un estado lo era porque tenía una frontera delimitada, acuñaba su moneda para que la usasen sus ciudadanos y la defendía frente a las monedas exteriores. La bandera era el símbolo de la cohesión común, al que todos los burócratas, sin más señor que el estado, servían y al que todos los militares identificaban, y por ese símbolo prometían morir, la mayoría de las veces en contiendas contra las banderas vecinas por un tema de frontera. El derecho era la herramienta para esa cohesión común; dentro de las fronteras la ley era de general aplicación para todos, al menos nominalmente, con dos derechos inspiradores y eje de coordenadas de la producción jurídica; La propiedad y el trabajo como base del orden social. Así las primeras constituciones defendían ardorosamente el derecho a la propiedad (americana), incluso con el uso particular de las armas. Su contramodelo, la preeminencia del trabajo sobre la propiedad. Finalmente, llegó la síntesis que bien puede ser representada por la Constitución Española redactada bien avanzado el siglo XX, que ya habla de un estado social y de derecho, estando el derecho al trabajo al mismo nivel que todos los otros derechos. Y ¿qué nos ha pasado en estos veinte años? Evidentemente, el modelo se ha caído, quizás de puro éxito. Ahora, atravesamos Europa de punta a punta sin parar en frontera alguna. Tenemos una moneda común y paridades casi estables con las dos otras monedas globales, el dólar y el yuán. Los capitales, los nuevos "propietarios" son globales y circulan por los continentes sin traba alguna. La bandera está siendo reducida al ámbito festivo/deportivo. Se la ondea principalmente en las competiciones deportivas y en aquellos otros actos que puedan servir para diferenciarnos de nuestros vecinos, a los que ya no podemos atacar militarmente. El derecho emana en su mayor parte de convenios internacionales comunes, sea la Unión Europea, sean los diversos tratados, que planetariamente los estados se someten para garantizar y promover, aún más si cabe, la libre circulación de capitales, personas y mercancías. Nuestros ejércitos están unificados bajo mandos comunes internacionales, armados por fábricas que no son propias y mandados por oficiales extranjeros. Todos ellos actuando en países remotos a los cuales jamás se les declaró la guerra. Sólo los burócratas, últimos tenedores de esa mentalidad nacida en el siglo XVIII, están empeñados en una ardua lucha para conservar parcelas de poder, parcelas que cada día son más pequeñas. Ese nuevo modelo global ha reinterpretado los derechos a la propiedad y al trabajo, creando modelos similares en todos los estados. El flujo de capitales exige parecidos modelos en productividad y precios, desmontando, ladrillo a ladrillo, el "derecho social de los países más proteccionistas" y si éstos eran demasiado resistentes... pues el propio país. También hemos desarrollado herramientas globales para que la mano de obra pueda trabajar, sin problema de frontera o idioma. Internet y las nuevas tecnologías o el último modelo de contrato basura llamado eufemísticamente del "autónomo económicamente dependiente". (sin máximo horario, sin mínimo de precio, sin vacaciones, respondiendo del resultado, sin preavisos,...) son pruebas de la "flexibilización" y la "deslocalización" A la par, los grandes fabricantes globales vienen diciéndonos repetidamente que el verdadero freno al avance tecnológico es el propio mercado, Muchos productos quedan fuera de las líneas de producción o sufren años de retraso simplemente porque intelectualmente los usuarios/consumidores no estamos preparados para ellos. Y para que sus productos entren en un mercado, a ser posible cautivo, pueden hacer, y hacen lo que sea necesario, desde alarmas a nivel mundial hasta la modificación de los tratados internacionales en perjuicio de los antaño súbditos convertidos en meros trabajadores/consumidores que compiten unos contra otros para ver quien trabaja más, mejor y con menor salario. En estos 20 años, los estados han perdido, pues, también el control y la propiedad de la tecnología desarrollada o utilizada en la nación; han perdido el valor añadido de sus científicos, a sueldo, ellos o sus universidades, de la multinacional de turno. De ello, la extraordinaria importancia de pensar en global y que defendamos la neutralidad la red y de las herramientas tecnológicas, y sobretodo la idea que colaborando y compartiendo llegaremos más lejos que compitiendo. Los lobbys económicos y marcas planetarias, no sé; los ciudadanos, seguro. Josep Jover