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Música y calidad de vida en las organizaciones empresariales

Escrito por Jordi Àngel Jauset el 09/06/2015 a las 16:44:13
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(Profesor e investigador. Gestión de la calidad e innovación docente)

A lo largo de la historia, la música ha sido una herramienta ampliamente utilizada para aumentar el rendimiento en el trabajo, en particular, cuando se basa en movimientos repetitivos y/o exige cierto esfuerzo físico. En algunas obras se encuentran referencias a la antigua cultura egipcia y se cita que las tareas de recolección de cosechas eran acompañadas con música. Por otra parte, estoy seguro de que todos recordamos aquellas escenas de las películas "de romanos" en las que se inducía a remar a los esclavos bajo un intenso ritmo de tambor. Por una parte se conseguía una sincronización de movimientos, imprescindible para que la nave avanzara adecuadamente y, por otra, según sabemos hoy en día, el sonido del tambor genera un aumento de endorfinas aumentando la excitación y favoreciendo un estado físico más energético. Hace pocos años, exactamente en el año 2012, investigadores de la universidad de Sheffield Hallam (Reino Unido) publicaron un estudio en el que concluían que cuando se realizaba ejercicio físico sincrónico al ritmo de la música, se requería un consumo menor de oxígeno que si se efectuaba de forma asíncrona. En términos energéticos, pues, resulta que es más eficiente acompañar los movimientos al son de la música, siguiendo su propio ritmo, al que sin duda alguna nos adaptaremos de forma natural.

 

Otro ejemplo más reciente en la Historia se produjo en el siglo XIX - aunque sus orígenes se remontan al siglo XVII- con el nacimiento del blues.  Este género musical, nacido como una forma de expresión de la mano de obra esclava procedente de la costa oeste de África, servía de alivio en las extenuantes jornadas de trabajo que tenían lugar en las extensas explotaciones agrícolas del sur de los EUA. La neurociencia constata, hoy en día, el aumento de la neurohormona "oxitocina" que se produce durante la práctica del canto y que contribuye al refuerzo del vínculo o sentimiento de cohesión entre sus componentes.

 

Pero, ¿qué podemos decir acerca del uso de la música en las empresas para mejorar o aumentar el rendimiento cognitivo? Las organizaciones son entes formados por personas y en ellas, el capital humano es lo primordial. Sabemos que la música agrada a casi todas las personas (95% según algunos estudios) y que puede afectarnos fisiológicamente, pero también emocionalmente y cognitivamente. Si estamos contentos o satisfechos, si somos valorados, si compartimos un ambiente acogedor, en definitiva, si nos sentimos bien, es cuando se dan las condiciones ideales para rendir más. Si tenemos problemas de pareja, familiares, de autoestima, económicos, de salud o laborales, éstos afectarán negativamente a nuestras capacidades cognitivas y dificultarán el mantenimiento de la atención y ejecución de las tareas que nuestros responsables directos nos han encomendado. La música puede ser, entre otras, una herramienta de ayuda que mejore nuestro estado de ánimo y contribuir a gestionar mejor nuestros recursos cognitivos.

 

No debemos olvidar que la música es algo muy individual. Las preferencias son las que son y, además, cambian en función de multitud de variables a las que diariamente estamos expuestos. En una determinada situación puedo necesitar estar acompañado de una determinada obra musical para concentrarme mejor, pero al cabo de unos minutos quizás  prefiera hacerlo en silencio. Desde este punto de vista, no es aconsejable el famoso "hilo musical" excepto si se consensua, entre los oyentes, el tipo o género musical y, aún así, sería preferible que fuera instrumental (sin voces) para que su interferencia en la actividad cerebral no sea excesiva. Las características musicales dependerán del tipo de trabajo o tarea: en una cadena de montaje, la estructura musical debería ser más rítmica y con menos contenido melódico que en aquellas otras áreas  dedicadas al diseño y creatividad, en los que la música clásica posiblemente sea preferible. Pero, al margen de determinados patrones musicales universales, es evidente que hay que  tener en cuenta las preferencias de los usuarios. Es obvio que si escucho una música que me agrada, mi sensación de bienestar aumentará y me predispondrá a ejecutar mejor mis tareas. Por ello, la mejor solución sea probablemente la individualizada: que el usuario, cuando lo crea conveniente, se conecte con su reproductor y auriculares a su música preferida. Según su conveniencia, utilizará música para tranquilizarse, para activarse o incluso para desconectar y resolver un bloqueo ocasional. Hay que huir del temor de considerar que el trabajador que escucha música estará distraído pues, en determinados momentos, esa "distracción" puede favorecerle estados emocionales y cognitivos positivos para llevar a cabo más eficazmente su trabajo.

 

Otra propuesta musical, no individual sino grupal que se aplica ya en muchas empresas, son los denominados "círculos de percusión". Estas sesiones, de 60 o 90 minutos, están destinadas a grupos de trabajadores de un mismo departamento bajo la dirección de un especialista. Mediante instrumentos de percusión, por ejemplo tambores africanos o yembes, se trabajan aspectos como la cohesión de grupo (mientras interpretan deben escucharse unos a otros) y las relaciones interpersonales. Los participantes están inmersos en un ambiente nuevo donde los roles tradicionales y habilidades son reemplazados por una nueva escena de la cual forman parte los sonidos y el manejo del ritmo, lo cual supone todo un desafío. Además, el espacio musical compartido genera en los participantes alegría, visión de equipo, (todos son responsables del sonido conseguido),  sensación de bienestar y un estado de ánimo positivo.

 

Estamos en la era de la innovación, de nuevos retos, y a veces, reinventar lo que ya existe puede dar sus buenos resultados. ¿Lo probamos?

 

Jordi A. Jauset Berrocal

Doctor en Comunicación, Ingeniero de Telecomunicación y músico