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La Innovación de las ingenierías

Escrito por Antonio Elias el 13/10/2011 a las 19:36:20
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(Catedrático de la Universidad Politécnica de Cataluny (UPC))

Cuando el anterior Ministerio de Ciencia e Innovación instó a la reforma de los planes de estudios de las enseñanzas universitarias de ingeniería, para adaptarlas al Espacio Europeo de Educación Superior siguiendo las directrices de la Declaración de Bolonia, se perdió una gran oportunidad de adecuar las ingenierías a lo que de ellas se espera en este nuevo modelo económico y social que se está desarrollando en la última década y que conocemos como Sociedad de la Información.

Ingeniería ha de implicar innovación. Sin embargo, en lo que se refiere a nuestra titulación, nos hemos comportado como aquellos colegas universitarios siempre dispuestos a cambiar el mundo pero incapaces de tocar la asignatura que imparten. ¿Cómo puede aceptarse que entrados en la segunda década del siglo XXI, sigamos con unas titulaciones definidas, salvo la ingeniería informática, en el primer cuarto del siglo XX? Naturalmente ha habido varios cambios de planes de estudio, incluso han aparecido especialidades y materias optativas, pero el título y sobre todo las competencias profesionales a él asociadas, salvo algunas ampliaciones, han permanecido prácticamente invariables.

La declaración de Bolonia propugnaba un cambio de modelo para las Ingenierías: conceptualmente se trataba de cambiar de un modelo de ingeniero napoleónico y continental, de “grande école”, pensado para suministrar técnicos altamente cualificados para los distintos ministerios de un estado muy funcionarizado, modelo que siguieron Francia, España, Alemania e Italia principalmente, a un modelo anglosajón, propio del Reino Unido y los E.U.A., que proporciona de entrada técnicos de mediana cualificación capaces de adaptarse a las necesidades productivas de la industria y los servicios de una economía de mercado y susceptibles de evolucionar en su carrera profesional a través de programas de máster. Ambos modelos demostraron sobradamente sus bondades y no se puede dudar de la calidad de la ingeniería que proporcionó el modelo continental; no obstante, hay que reconocer que en el actual contexto económico y social, el modelo de ingeniería anglosajón es mucho más flexible y adaptativo.

En España la adaptación de los planes de estudio de las ingenierías a la declaración de Bolonia se realizó sin entusiasmo. Probablemente muchos de los universitarios encargados de hacerlo no confiaban demasiado en el nuevo modelo y los colegios profesionales se esforzaron en preservar las antiguas titulaciones ligadas al grado más máster, en un intento de mantener las obsoletas competencias de las titulaciones, maniobra legítima pero estratégicamente desafortunada porque se perdió así la oportunidad de renovar y actualizar las titulaciones, tema que queda pendiente y que tarde o temprano habrá que abordar.

Las consecuencias de todo ello, de momento y a la espera de resultados, son unos planes de estudio con pocas variantes respecto a los anteriores: en la mayoría de los casos la incorporación de la obligatoriedad de prácticas en empresas, pero con una gran merma de asignaturas optativas y de libre elección, lo que configura unos planes de estudio muy rígidos, con, eso sí, unas titulaciones de grado con nombres muy agradables, táctica universitaria de marketing para atraer alumnos, pero que tiene poco que ver con las necesidades empresariales de la industria y los servicios. La Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), ha impuesto unos severos protocolos para la aprobación de los nuevos planes de estudios, pero como siempre son medidas “ex - ante”, una vez concedida la aprobación no sabemos nada de cómo se van a evaluar sus resultados y su evolución. En resumen, justo cuando la incertidumbre natural del entorno es más extrema y cuando más necesaria es la adaptatibilidad al entorno que se consigue potenciando la flexibilidad, desarrollamos planes rígidos, y mientras que para hacer frente a la incertidumbre hacen falta perfiles generalistas, los desarrollamos especialistas.

Decía al principio, que estamos en plena implantación de un nuevo modelo social y económico al que llamamos Sociedad de la Información. La implantación es acelerada y esto siempre incrementa la incertidumbre, aparte de que el actual entorno económico sea, por otras razones, totalmente incierto. La termodinámica nos dice que los sistemas sólo pueden hacer frente a la incertidumbre del entorno aumentando su complejidad o aumentando su capacidad de adaptación y anticipación. Dejando aparte el incremento de complejidad, la mejor manera de enfrentarse a un entorno incierto es aumentar la adaptatibilidad y la anticipación, y esto se consigue acentuando los perfiles generalistas en detrimento de los especialistas, pues un generalista siempre está más preparado para sobrevivir en un entorno incierto que un especialista. Echando una mirada a las titulaciones de ingeniería de los países mejor adaptados a las economías de mercado, y sin ningún ánimo exclusivo ni exhaustivo, me atrevo a apuntar una lista de titulaciones que podríamos considerar ingenierías para la Sociedad de la Información:

- Ingeniería Civil
- Ingeniería de las Energías
- Ingeniería Mecánica
- Ingeniería de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones
- Ingeniería Química y de los Materiales
- Ingeniería Medioambiental, Agrónoma y Alimentaria
- Bioingeniería

Cualquiera de los actuales títulos de ingeniería se puede rehacer de forma más acorde con la realidad de la industria y los servicios a los títulos de la lista. A modo de ejemplo, si un ingeniero aeronáutico se dedica a la construcción de aviones, motores o mecánica de vuelo sería ingeniero mecánico, si se dedica a radionavegación seria ingeniero de las TIC y si se dedica a la construcción y diseño de aeropuertos sería ingeniero civil.
 
El modelo de impartición de estas titulaciones debería ser el propugnado por la Declaración de Bolonia, un ingeniero de grado que se especializa ejerciendo su profesión y que tras un mínimo de tres años en la industria o los servicios puede realizar un máster. Los conocimientos de gestión, organización y economía se ubicarían, junto con las especializaciones de cada sector, en los másteres. Innovemos las ingenierías, apostemos, de verdad, por un nuevo modelo, vale más pronto que tarde.


Barcelona 12 de septiembre de 2011
Antoni Elias Fusté
Dr. Ing. de Telecomunicación