¿Cómo sacar el máximo partido de los datos que se generan en el mundo? Resolver esta cuestión puede suponer dar un paso de gigante en el progreso de nuestra sociedad.
Hace 100 años, cuando se fundó IBM, nadie perdía un minuto de su tiempo en pensar en esto. Cada bit de información sobre nuestra sociedad, negocios o culturas se transcribía al papel y se almacenaba en las bibliotecas, donde muchas veces quedaba olvidado. La información era más fácilmente controlable, pero apenas se relacionaba. Formaba parte de un puzzle sin resolver cuyas piezas recogían una fracción del pasado y ninguna o casi ninguna pista sobre el futuro.
Los ordenadores cambiaron ese panorama. Esto puede parecer algo obvio ahora pero recordemos la revolución que trajo consigo la computación. Sus inicios fueron sencillos. Las primeras máquinas tabuladoras, desarrolladas a finales del siglo XIX, hacían algo muy básico: contar. Funcionaban gracias a la electricidad, otro invento de la época, que les permitía contar más rápido que las personas. La oficina del censo norteamericano, los supermercados y los ferrocarriles fueron los primeros en aprovechar las ventajas de contar y clasificar, y descubrieron nuevos usos a la información a la que iban accediendo.
Los datos comenzaban a tener valor. Era el inicio de la sociedad de la información.
Un siglo más tarde, con una sociedad profundamente diferente a la de aquella época, nos encontramos al borde de un nuevo y abrupto cambio. Si antes éramos los humanos los únicos que podíamos recoger y controlar los datos, estamos a punto de entrar en una etapa en la que todo lo que nos rodea estará conectado, creando redes inteligentes que facilitarán el flujo, recogida y análisis de la información.
Esta masiva generación de información transformará nuestra concepción habitual del mundo. Las redes inteligentes formadas por aparatos y dispositivos conectados los unos con los otros gracias a sensores cambiarán nuestra idea de lo que esperamos de nuestros gobiernos, empresas con las que hacemos negocios o profesionales con los que trabajamos.
No se trata de ciencia ficción, sino de una realidad que poco a poco se va implantando. Por ejemplo, las compañías eléctricas ya están instalando contadores inteligentes en las casas que permiten a los consumidores monitorizar su consumo de electricidad, facilitándoles la reducción del recibo de la luz. Las empresas de agua utilizan sensores inalámbricos y avanzados sistemas de medición para hacer seguimiento del flujo del agua desde los embalses hasta los hogares, e identificar los puntos en las tuberías de transmisión donde hay pérdidas o filtraciones y analizar los consumos de los hogares, granjas o fábricas. Las empresas encargadas de gestionar las vías férreas y ferrocarriles están equipando los trenes con sensores inteligentes que ayuden a prevenir accidentes, reducir los retrasos y los costes de mantenimiento de las máquinas.
Detrás de todo esto hay sensores que recogen datos y tecnologías que los analizan e interpretan, y hacen aflorar un conocimiento que puede y debe aplicarse para identificar ineficiencias, anticipar tendencias y resolver problemas. Vivimos en un mundo con unos recursos finitos. Nuestras ciudades se están masificando, las carreteras y accesos se colapsan, mientras que nos faltan espacios abiertos y agua. Es necesario que seamos más eficientes y eficaces si no queremos que nuestra calidad de vida se vea amenazada.
Desde IBM creemos que al igual que las primeras tabuladoras y ordenadores que dieron origen a la compañía e impulsaron la revolución de la computación, las nuevas tecnologías de análisis de la información ayudarán a transformar (y mejorar) el mundo tal y como lo conocemos actualmente. Estamos convencidos del poder de la información. Décadas de innovaciones en tecnologías de procesamiento, memoria, analítica y colaboración han cambiado la perspectiva que tenemos sobre las posibilidades de la información y su capacidad para crear inteligencia.
En IBM, hemos aprendido durante nuestra trayectoria de cien años que aplicando la innovación en las tecnologías de la información se puede construir un planeta más inteligente. Nuestra constante ha sido esa: innovar para mejorar y progresar, y este norte es lo que nos ha permitido llegar a cumplir un siglo de vida.