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España saldrá de la situación actual con esfuerzo doméstico y una mayor integración Europea

Escrito por Daniel Carrasco Gómez el 06/11/2012 a las 21:59:57
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(Dirección de Macroeconomía, Renta Fija y Divisas del Banco Sabadell)

La economía española permanece en una difícil coyuntura, lastrada por el carácter restrictivo de la política fiscal, el proceso de desapalancamiento del sector privado y unas condiciones de financiación exigentes. La intensificación de la crisis de la deuda soberana en los mercados españoles durante los meses previos ha devuelto a la economía a una situación recesiva que perdurará en los próximos trimestres y que sólo se verá parcialmente paliada por el comportamiento del sector exterior. En sentido positivo, podemos destacar que se ha avanzado de forma notoria en la corrección de algunos de los desequilibrios acumulados durante la etapa expansiva previa, como es el caso de la reducción del déficit por cuenta corriente o el importante ajuste de la inversión en construcción en relación al PIB.

 

En los últimos meses, la atención de la comunidad inversora ha estado focalizada en buena medida en España, a raíz de factores como la delicada situación de sus cuentas públicas y las dudas surgidas en torno al sistema financiero doméstico. Las dificultades de Europa para dar pasos firmes en la resolución de la crisis de deuda en el continente no han facilitado las cosas. De esta forma, el coste de financiación del Tesoro español llegó a alcanzar niveles máximos desde el inicio de la Unión Monetaria Europea, insostenibles a medio plazo y en el umbral que llevó a otros países a la intervención por parte de las autoridades internacionales. Además, la fragmentación del mercado de capitales en la zona euro se ha reflejado claramente en España.

 

En este difícil entorno, cabe enmarcar la solicitud de España de ayuda financiera internacional para la reestructuración del sector financiero. La petición de esta ayuda y el establecimiento de una hoja de ruta clara para el saneamiento del sector no resultaron, sin embargo, suficientes para atajar la inestabilidad. Sólo la decisión del Banco Central Europeo (BCE) de iniciar un nuevo programa de compras de deuda pública de países con problemas de financiación ha permitido una reducción de la prima de riesgo país. Si España no demora la solicitud de una Línea de Crédito Preventiva a los mecanismos de rescate europeos, condición necesaria para que el BCE active las compras de deuda, se sentarán las bases para convivir con unos costes de financiación más soportables. Ello, además de facilitar el proceso de ajuste fiscal ante la menor carga de intereses, abrirá la puerta de la financiación para otros agentes económicos, como ya se ha empezado a observar en algunos casos. A cambio de todo ello, las políticas económicas de España se someterán a un mayor control por parte de Europa. Asimismo, en la medida en que se recupere la confianza de los inversores extranjeros, se dará una de las condiciones para revertir la fragmentación de los mercados de capitales que afecta a la zona euro.

 

España necesita ganar tiempo para poner en orden sus finanzas públicas y el BCE le ofrece la oportunidad de obtenerlo. El camino será largo y no estará exento de obstáculos. España, bajo la atenta mirada de las autoridades europeas, deberá seguir corrigiendo sus desequilibrios y avanzar de forma decidida en reformas de carácter estructural que permitan sentar las bases de un crecimiento más equilibrado y elevado a medio plazo que nos permita enfrentar mejor situaciones de crisis futuras. En cualquier caso, el que España ponga todo de su parte es una condición necesaria pero no suficiente para recuperar, de forma definitiva, la estabilidad económica y financiera. Nuestro futuro también dependerá, y mucho, de lo que Europa decida hacer con Europa.