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El nudo gordiano del sistema universitario

Escrito por Juanjo Villanueva el 20/10/2010 a las 00:07:21

(Catedrático emérito de la UAB)

Como viene haciendo desde el año 2003, la universidad Jiao Tong ha publicado este verano su ranking mundial de las universidades 2010, más conocido como el ranking de Shangai (www.arwu.org). Este ranking, junto al de Times Higher Education (www.timeshighereducation.co.uk), son los dos referentes mundiales de la valoración internacional de las universidades. Todos aquellos a los que nos importan las universidades de este país, lamentamos que no solamente no se hayan mejorado posiciones, sino que se hayan perdido. En la actualidad no hay una sola universidad española que esté entre las 200 mejores del mundo. Se puede restar importancia a los rankings y se puede estar en desacuerdo con los criterios (basados en la investigación y no en la docencia) que se utilizan para confeccionarlos. Sin embargo, para el mundo académico internacional, los rankings tienen cada vez una mayor relevancia como argumento de peso para la atracción y retención de talento investigador (el talento atrae talento). El problema fundamental de las universidades españolas es su estructura y su modelo de gobierno. Las universidades de este país no pueden participar en este juego, no tienen la capacidad para competir internacionalmente por mucha Estrategia 2015 que defina el MEC. La solución al problema podría tener una respuesta muy simple: copiar alguno de los sistemas universitarios internacionales que ya funcionan. Sin embargo, esto no es posible en un ecosistema burocratizado, funcionarial y jacobino como el nuestro. El nudo gordiano de intereses está tan enmarañado que se necesitaría una voluntad y una habilidad demasiado grande para poder deshacerlo. La única solución es cortarlo. Si no es posible cambiar el modelo actual de las universidades se ha de buscar una solución "des": des-burocratizada, des-funcionarizada y des-centralizada (como ya planteaba para Cataluña hace unos meses en mi blog). Un modelo de selección de los mejores talentos investigadores ahora distribuidos entre las otras universidades y centros de I+D. Esto permitiría crear unas pocas universidades de excelencia en investigación en algunas comunidades autónomas como Madrid, Cataluña y puede ser que alguna otra. Estamos hablando de universidades internacionales, de investigación y de postgrado, donde el inglés sería la lengua de uso, con una gran autonomía y con una estructura institucional flexible de gobernanza, basada, por ejemplo, en una fundación (como pasa en la UOC), donde el responsable ejecutivo es seleccionado en competición internacional y que concentren el mejor talento investigador ya existente en otras universidades y centros de I+D, además de contratar investigadores internacionales de gran prestigio. La captación de talentos propios se podría hacer a través de mecanismos de adscripción temporal con renovación condicionada a resultados, como ya se hace actualmente en algunos centros de I+D. El resto de universidades con el modelo actual tendría más claramente definido su papel de búsqueda de la excelencia docente. Este sistema dual ya funciona con éxito en otros países. En los años 60 ya se intentaron crear tres universidades autónomas en España con unas reglas de juego diferentes a las del resto. De aquel intento solo quedó la palabra ?autónoma? en los nombres de dos de ellas. Fue una gran ocasión perdida. La competición internacional debería hacer reflexionar a los responsables de la política académica de que es necesario cortar el nudo gordiano en dos para conseguir un sistema universitario que responda a las necesidades y los retos de la sociedad actual. Juanjo Villanueva Catedrático emérito de la UAB.