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El mercado de la robótica colaborativa continúa en evolución

Escrito por Carles Soler Puig el 28/05/2019 a las 10:34:32
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(CEO de EXPAI)

En diciembre de 2008 nadie prestó atención a Linatex, un proveedor danés de plásticos y caucho para aplicaciones industriales, que empezó a alimentar una máquina CNC con la primera unidad de un robot UR5 que se ponía en operación, pero ese fue un momento histórico, ya que fue el inicio de una revolución en el mercado de la robótica.

 

Durante más de tres años el sector de la robótica colaborativa tuvo un único fabricante: Universal Robots. En 2012 se añadió Rethink Robotics, ubicada en Boston, que acompañó el conocidísimo Baxter con una espectacular campaña de comunicación que permitió popularizar el concepto del robot que podía trabajar sin vallado de seguridad y fácilmente programable por no especialistas.

 

Inicialmente, la aparición del nuevo segmento de producto fue recibido con un gran escepticismo por parte de los fabricante tradicionales. Acostumbrados a una evolución en la que los robots habían ido aumentando progresivamente su capacidad de carga y velocidad, consideraban que unos dispositivos relativamente lentos y capaces de mover solo objetos ligeros no eran competencia. Pero el mercado reaccionó de manera sorprendente. Aunque las cifras cuantitativas eran reducidas, el crecimiento del sector era espectacular, doblando año tras año el número de unidades vendidas en el anterior, ya que ofrecía tanto soluciones distintas a clientes de la robótica tradicional como, especialmente, soluciones a unos sectores a los que hasta el momento no se había ofrecido una propuesta de valor.

 

En 2015 el mercado de los robots colaborativos se pobló con nuevas propuestas. Universal Robots amplió su gama con un tercer miembro de la familia: tras el UR5 y el UR10 vino el UR3. Rethink Robotics superó los problemas funcionales de Baxter con el lanzamiento de Sawyer. Los fabricantes tradicionales decidieron no quedar al margen y lanzaron sus propuestas: ABB presentó YuMi, un dual-arm orientado principalmente al mercado de la industria electrónica; Kuka comercializó el iiwa, con el que introdujo el concepto de robot sensitivo; y Fanuc sorprendió con el CR-35iA, un colaborativo con una capacidad de carga extraordinaria en el momento de su presentación: 35 kg. Además, aparecieron diversas start-ups que presentaron soluciones alternativas.

 

Más allá de las disputas filosóficas entre fabricantes sobre qué es colaboración, qué es seguro o qué es sencillo, el mercado fue muy explícito, con una incuestionable progresión en ventas. Y como un mercado rápidamente creciente siempre genera atracción, de manera reciente han aparecido múltiples propuestas (a nivel mundial hoy existen no menos de 60 fabricantes de robots colaborativos), diversas de las cuales ya están comercializadas en el mercado español, como Aubo, Denso, Doosan, F&P, Elfin, Kinova, ST Robotics o Techman.

 

Igual que ha sucedido históricamente en otros mercados de rápido crecimiento debe producirse un asentamiento corporativo. Algunas empresas simplemente desaparecerán porque no ofrecerán una propuesta suficientemente valorada por el mercado o porque no sabrán competir, otras discontinuarán esta línea de productos y se centrarán en otras en las que tengan mejores resultados, algunas serán absorbidas para que otras aprovechen algunos de sus activos, ya sea tecnología o base de clientes. En un mundo acelerado es difícil predecir quienes saldrán vencedores, pero tal como hace 10 años el segmento de mercado de la robótica colaborativa no existía, podemos asegurar que dentro de 10 años será muy distinto a como es hoy.

 

Para las empresas que están planteándose inversiones que pueden ser estratégicas, la supervivencia a largo plazo de la empresa proveedora debe ser un elemento más a valorar, al igual que el precio, la calidad o la proximidad del servicio. No sea que de repente se encuentren con un producto zombie.