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Bootstrapping vs. Fundraising

Escrito por Joan Miquel Piqué el 21/01/2014 a las 14:06:13
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(Director de Maurilia Knowledge)

 A veces actuamos con la fe del converso. Después de que durante décadas empezar un negocio en este país fuese poco menos que la pesadilla de cualquier madre, ahora entramos por la puerta grande del emprendimiento, o la emprendeduría, o como sea, y todos montamos una empresa como quien montaba un bar en los 80 con la indemnización de la fábrica.

 

Eso sí, lo hacemos con todos los extras, y no eres nadie si tu idea no tiene varias rondas de inversión, elevator pitches con business angels, y fundraising diverso para conseguir que alguien te pague el sueldo, el marketing, y alguna aplicación informática durante los dos primeros años de vida. Y eso cuando no eres tu mismo quien invierte en el proyecto todos tus ahorros, los que tienes y los que levantas entre los ya famosos FFF (búsquenlo, verán que concepto más avanzado).
 
 
No obstante, no recordamos, en toda esta vorágine, que para ser emprendedor y empresario no es imprescindible empezar con cientos de miles de euros. Es más, todos tenemos en la mente algunos ejemplos míticos de empresas que empezaron su historia en un garaje con 4 duros (¿si, no?), cuando ya empezábamos a darnos cuenta que llegaba lo que hoy llamamos Economía del Conocimiento, y que no todo dependía del capital como en aquellos tiempos de las fábricas de la Revolución Industrial.
 
 
En el extremo opuesto de esos casos que todos conocemos, hoy tenemos verdaderos bluff empresariales que buscan (y a veces incluso encuentran) millones de euros para empezar; y en estos casos vale la pena recordar que por muy importante que sea el conocimiento, vender una moto sigue teniendo el significado de toda la vida. Ya lo decía Baltasar Gracián hace 400 años: “Uno vale lo que sabe”.
 
 
Por suerte, la terminología anglosajona, siempre tan fértil, ha venido a rescatarnos con una nueva palabra que esperemos que, como mínimo, haga tanta fortuna como el fundraising: bootstrapping. Stela Zarija reflexionaba hace poco sobre este concepto citando a los nuevos Bill Gates y Steve Jobs: Elon Musk (fundador de PayPal, pero actualmente on fire por Tesla Motors y el aun increíble Hyperloop), o el ya más consolidado Richard Branson.
 
 
El bootstrapping es enormemente sencillo: empezar un negocio con lo puesto. Para dormir un poco más tranquilo (si eso es posible para un emprendedor) y para no cometer algunos errores de bulto. Como dice brillantemente Javier Megias: “El objetivo de una startup no es convencer a los inversores de lo estupenda que es su empresa, sino persuadir a los clientes de lo genial que es su producto”.
 
 
Cuando lo dice Guy Kawasaki tiene más peso, pero el bootstrapping no deja de ser sabiduría popular y sentido común empresarial. Aunque, como decía la madre de un amigo: “Hijo, piensa que personas normales, como nosotros, hay pocas”.