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BOLONIA. ¿ÉXITO O FRACASO?

Escrito por Felix Perez el 14/04/2010 a las 00:31:52
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Contestar a esta pregunta en unos párrafos es seguro un ejercicio de osadía pero también una oportunidad para expresar brevemente un conjunto algo atropellado de reflexiones desde la perspectiva de alguien que ha vivido el proceso con cercanía pero con poca confianza... Como una buena parte de los profesores universitarios. La mera comparación entre los objetivos explícitos de la declaración de Bolonia y de su posterior concreción en la definición de un Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) con lo conseguido hasta ahora no lleva al optimismo. Si bien se está generalizando el uso de los ECTS (créditos europeos) y una estructura común (grado, máster y doctorado) para las titulaciones, lo que favorecerá enormemente su homologación y la movilidad de estudiante en Europa; en nuestro caso, la elección de grados de cuatro años de duración presentará algunas dificultades por no coincidir con la decisión de la mayor parte de los países europeos. Así mismo, aunque se están llevando a cabo las reformas curriculares, lo cierto es que en muchos casos los cambios en los contenidos curriculares son más estéticos que reales y responden más a las problemáticas internas de los centros que a la evolución de las necesidades de los sectores productivos a la que se dirigen sus egresados. En lo relativo a los cambios en las metodologías docentes y al establecimiento del aprendizaje permanente, los avances son más testimoniales que reales pues los debates competenciales (entre los profesores de los centros por asignaturas, entre universidades concibiendo numerosos títulos y estrategias para conseguir un alumnado cada día más escaso, entre colegios profesiones batallando por sus atribuciones...) apenas han permitido trabajar en lo que debería suponer una auténtica trasformación de nuestro sistema universitario. Curiosamente de los objetivos de recapitalización de las universidades, es decir de la búsqueda de nuevas vías de financiación, apenas se habla y nada se ha hecho. Todavía resulta más curioso que hayan sido más importantes los movimientos que se oponen a la financiación privada del sistema y al papel de las empresas en el mismo que aquellos que denuncian que el proceso se está realizando a coste cero. ...Y a pesar de todo hay elementos para el optimismo. La creación del EEES es una oportunidad y una excusa que están aprovechando algunos grupos de profesores y centros para romper con unas estructuras y comportamientos tan antiguos como obsoletos. La internacionalización de nuestras universidades es un proceso inevitable. Se han abierto ?tibiamente y con mucho esfuerzo- algunas puertas que parecían inaccesibles como el hecho de que por primera vez los planes de estudio están siendo sometidos a una evaluación externa a los centros proponentes. La necesaria aprobación por ANECA, además de obligar a los proponentes a reflexionar sobre otros aspectos adicionales a la mera exposición de contenidos: metodologías, recursos disponibles, sistemas de información al alumnado etc., se está traduciendo -en muchos casos a regañadientes- en una más cuidada elaboración y revisión de las propuestas. El proceso de Bolonia es algo dinámico y sólo cuando por fin se aprueben los planes de estudio y los profesores los implanten será el momento de conocer los resultados del mismo. ANECA y las agencias de evaluación de las comunidades autonómicas tienen la obligación, por ley, de evaluar los resultados de cada titulación impartida. Confiemos que su papel sea más aceptado que hasta ahora y se les someta a menos presiones. Será el momento de hablar de éxito o fracaso, o más bien del grado de consecución de los objetivos iniciales. Por último, me permito el atrevimiento de dar tres modestas aportaciones a un proceso tan trascendental para nuestro futuro: 1) Por favor establezcamos de una vez las reglas básicas del mismo. Dejemos de andar y desandar caminos que sólo conducen a la desconfianza y al pasotismo. Que no vuelva a ocurrir que los retrasos y reconsideraciones en decisiones de carácter estructural o político obliguen a hacerlo todo deprisa y con improvisación cuando no con contradicciones profundas en función de la norma imperante en cada momento. 2) La evaluación externa de la calidad de los servicios públicos en el ámbito universitario es esencial y compatible con una autonomía universitaria indispensable para el desarrollo social y económico de un país. Hay que exigir responsabilidades en los diferentes niveles y dotar a los organismos de evaluación de independencia y capacidad para soportar las inevitables presiones que conlleva su actividad. ¿Cuando se determinarán y difundirán indicadores de calidad, aceptados por la mayoría, con protocolos de medida definidos e instituciones independientes que los obtengan con fiabilidad? ¿Cuando se nos exigirán responsabilidades a los profesores y gestores universitarios no sólo en términos de productividad científica, sino también de transferencia de conocimiento y valor a la sociedad que nos mantiene? ¿Y en términos de coste y empleabilidad de nuestros egresados en los sectores económicos a los que servimos? 3) ¿Para cuando la diferenciación clara entre título académico y título profesional? No puede ser que el eterno debate sobre las atribuciones profesionales (cuya importancia es innegable pero que debe resolverse en otro entorno) haya consumido una buena parte del debate, retrasado y perturbado la puesta en marcha de muchas titulaciones ?especialmente las de ingeniería-, y condicionado en gran medida la estructura de los planes de estudio. Colaboremos todos a que el enorme esfuerzo desplegado no acabe en una mera operación cosmética para dar a nuestras universidades una apariencia externa similar a las de la Unión Europea. Demos tiempo al tiempo pero exijamos resultados a nuestras instituciones. Capacidad no les falta. Félix Pérez Martínez Catedrático de la E.T.S. de Ingenieros de Telecomunicación Universidad Politécnica de Madrid