La producción de semiconductores es un tema candente hablando en términos económicos, políticos y geoestratégicos, con los Estados Unidos buscando recuperar una gran parte de la industria que durante décadas ha ido pasando a Asia, y con la Unión Europea buscando dotarse de un tejido productivo en esta área como parte de su plan estratégico de futuro.
Las sanciones aplicadas a Rusia tras la invasión a Ucrania, también han dejado al descubierto los problemas que comporta no disponer de una industria propia de semiconductores para producir chips, dependiendo para ello de terceros países. En este mapa, Vietnam se erige como un jugador a considerar.
El país asiático ha sabido encarrilar su política exterior tras la caída del muro de Berlín y el hundimiento del bloque comunista, con una economía que ha seguido los pasos de la China, pero lejos de la influencia política de su gran vecino, con el que ha venido manteniendo una relación no muy cordial (intento de invasión china incluido en 1979 en el marco de la intervención vietnamita en Camboya), lo que le ha llevado a la reconciliación con los Estados Unidos, y el acercamiento a dicho país.
Tal y cómo explica el rotativo Asia Times, Vietnam ya intentó desarrollar una industria de los semiconductores a partir de 1979 con el mercado del bloque del este en el punto de mira, experimento que duró poco más de una década hasta el antes comentado hundimiento de este a partir de 1989.
No obstante, el deseo de participar de este mercado global no desapareció de las mentes y los planes de los dirigentes del país asiático, y tal como detalla Asia Times en su artículo, Vietnam ha ido trabajando tanto el apartado del diseño de chips, como su producción, así como la etapa de pruebas y ensamblaje, con lo que puede ofrecer un servicio completo a las marcas extranjeras.
Así, no es de extrañar que la multinacional surcoreana Samsung anunciara este pasado mes de agosto, que Vietnam acogerá próximamente una de sus nuevas fábricas de semiconductores. El país se convierte así en el cuarto tras la propia Corea del Sur, China y Estados Unidos, que acoge unas instalaciones de este tipo de la marca.
Otro factor que el gobierno de Hanoi ha trabajado para favorecer no solamente la implantación de factorías de semiconductores en el territorio nacional, sinó también el desarrollo de proyectos de alta tecnología, es una fiscalidad favorable y unos costes de producción muy asequibles.
Estas ventajas han sido exhibidas por el gobierno vietnamita en reuniones con las empresas que, en los últimos tiempos, se han alejado de China para buscar una diversificación de su producción. Es decir, no han sido pasivos esperando a que el pez pique el anzuelo, sinó que han ido activamente a buscarlo.
La neutralidad política del país, y su estabilidad interna, también han animado a las empresas foráneas a invertir en Vietnam.
