Vaya por delante una cosa que debe quedar clara: el estudio del que voy a hablar se refiere a los Estados Unidos, aunque en una materia como esta, si bien no es exactamente extrapolable a nuestros lares, es posible que podamos paralelizar algunas tendencias y extraer conclusiones al respecto.
Ha sido e-conolight, vendedor especialista en iluminación tanto de interiores como de exteriores, que ha realizado y hecho público el estudio titulado “How much do Americans work during a workweek?”, consistente en encuestas a un millar de teletrabajadores sobre sus hábitos durante las horas de trabajo.
La principal conclusión que arroja el estudio es que no todas las horas de trabajo han sido productivas, y que en muchos casos, los trabajadores han realizado actividades paralelas, lo que significa que tampoco han trabajado tanto como afirmaron ante sus jefes.
Pero tampoco todo ha sido ocio: alrededor de la mitad de los teletrabajadores encuestados admitieron haber utilizado tiempo de trabajo remunerado por su empresa, para trabajar para otra compañía. Es decir, que la empresa contratadora estuvo pagando trabajo a la competencia.
Tres de cada cinco trabajadores se ha echado alguna siesta, y un 42% ha acudido a una cita romántica. Un porcentaje similar, el 41% ha mantenido relaciones sexuales, pero no se corresponden con quienes tuvieron una cita, aquí se mezclan quienes ya tenían pareja estable con quienes hayan podido acabar sus citas de la mejor manera posible.
Y, sin lugar a dudas, la actividad favorita de los teletrabajadores: más de tres cuartas partes han aprovechado para comprar online durante las horas de trabajo.
Obviamente, esto no significa que, de cada día teletrabajado, haya unas horas perdidas; no en cada jornada laboral un teletrabajador estará comprando en línea o manteniendo relaciones sexuales (y si es así, algo estoy haciendo mal en mi jornada laboral...), pero sí que esporádicamente se ha dado esta casuística.
¿La solución puede ser el trabajo por proyectos?
Humíldemente, y desde mi puesto como teletrabajador no sobrevenido por culpa de la pandemia, sino que ya hace años que cultivo esta modalidad de trabajo sin moverme de mi casa (y, debo confesar, que muchas veces ataviado con un pijama), tengo claro que para salir exitoso de trabajar en un entorno lleno de distracciones y tentaciones, y falto de control y supervisión, el secreto del éxito se encuentra en una estricta disciplina.
No obstante, también entiendo que esto a veces es complicado por muchos factores, y no solamente por la voluntad humana, sino también por la disponibilidad horaria. La solución en muchos casos -aunque me temo que no en todos- puede ser el trabajo por proyectos, es decir: que la persona teletrabajadora participe en un determinado proyecto con fechas de entrega parciales y finales claras.
Es como volver al instituto: aquel trabajo de grupo que nos repartíamos entre tres o cuatro personas y que quedábamos para poner en común unas semanas antes de la entrega para homogeneizar redactado, pulir conceptos y arreglar alguna cosa. Había quien iba haciendo un trozo de su parte cada día, quien lo acababa en los primeros días para tener margen, y quien se ponía a ello la noche antes. La cuestión es que funcionara y el resultado fuera bueno, y aunque no siempre lo era, no necesariamente la culpa recaía sobre quien lo hacía la última noche.
Trabajar por proyectos permite, además, valorar el resultado de cada proyecto y corregir los problemas que tenga el teletrabajador, y es un formato idóneo para que trabajadores freelance participen.
