Trump Mobile es una operadora virtual de telecomunicaciones desconocida por nuestros lares, pero que opera en los Estados Unidos, y que forma parte del grupo de empresas propiedad del magnate presidente del país, aprovechando la imagen que tiene este, y dirigiéndose a los más fervorosos admiradores/votantes de su persona.
Además de ofrecer servicio de conectividad, la operadora que porta el nombre del polémico presidente, también ha lanzado el T1, un terminal que se publicita como “orgullosamente hecho en América”, aunque su precio de 499 dólares no deja mucho lugar a poder hacer algo más que acabar de ensamblarlo en el país, según indican desde Wired.
Desde la revista ponen el ejemplo del Purism Liberty, un terminal Linux construído en los Estados Unidos y que, pese a unas especificaciones discretas para lo que es un smartphone actual (4 GB de RAM), eleva su coste hasta los dos mil dólares.
También citan a uno de los hijos de Trump, Eric, que en una entrevista a medios declaró que la afirmación de que el terminal estaba hecho en el país era “aspiracional”, y que, eventualmente, podían llegar a hacerlo allí.
Por sus especificaciones, desde Wired lo encuadran en la gama media y, por el precio, lo más probable es que esté construido en Chino y, como mucho, acabado de ensamblar a la llegada de las partes a los Estados Unidos, donde también se lo podría poner en el packaging.
Esto entra en completa contradicción con el discurso y la praxis del presidente estadounidense para con otros fabricantes como Apple, a la que amenaza con imponer aranceles si no fabrica sus iPhone en los Estados Unidos.
Dejando de lado este aspecto, por otra parte nada extraño tratándose del histriónico personaje y su forma de proceder, el Trump T1 se vende única y exclusivamente en un color dorado que parece querer aparentar un terminal de gama premium que ya su precio de menos de quinientos dólares, y sus especificaciones técnicas, dejan bien patente que no lo es.
Cómo resumen de la situación, pues, el terminal de telefonía móvil que lleva el nombre del presidente de la todavía primera potencia del mundo, es un “quiero y no puedo” ostentoso que, además, se basa para su venta en un eslogan que miente descaradamente, y cuyo mercado potencial no va mucho más allá de los fans acérrimos del personaje.