“Después de años de innovación y colaboración comunitaria, ponemos fin al soporte de Clear Linux OS. Con efecto inmediato, Intel dejará de proporcionar parches de seguridad, actualizaciones o mantenimiento para Clear Linux OS, y el repositorio de Clear Linux OS en GitHub pasará a estar archivado en modo de solo lectura” es el encabezamiento del mensaje colgado en los foros de esta conocida (aunque no popular, a juzgar por su ausencia en la clasificación de Distrowatch) distribución de GNU/Linux apadrinada por la multinacional estadounidense de los semiconductores, y que ofrecía un enfoque profesional, destinada a las soluciones de contenedores, y con el objetivo de dotar a cualquier sistema informático de un rendimiento superior, ya que contaba con optimizaciones para los micros de la firma, aunque también funcionaba de forma mejorada sobre otros equipos con micros AMD.
De hecho, las últimas mediciones de Phoronix apuntaban a que Clear Linux podía llegar a ofrecer un rendimiento un 48% superior al de Ubuntu sobre la misma máquina y con la misma configuración por defecto, una marca absolutamente impresionante. No obstante, esta distro no era, para el usuario medio, como un dulce pony al que montar cuando quisiera, sinó más bien un salvaje caballo indómito al que domar a base de esfuerzo en aprender a fondo las interioridades del sistema operativo del pingüino. En definitiva, no para todo el mundo.
No utilizaba un sistema de paquetes estándar como el popular .deb, sino otra herramienta menos popular, swupd, que permitía las actualizaciones a nivel de sistema. Además, Clear Linux también utilizaba Flatpak, pero pese a esto y a la incorporación del entorno de escritorio Gnome por defecto (con posibilidad de instalar otros entornos como KDE o XFCE), seguía sin ser una apuesta para los usuarios finales, sino que se dirigía a los profesionales del sector tecnológico, y se encontraba disponible también en servicios online como AWS o Azure.
Mi experiencia con Clear Linux OS era muy buena; instalada en un vetusto portátil con un micro Core M, y 4 GB de RAM, había vencido en rapidez a un Core i7 con 32 GB un par de años más reciente (aunque también lo podemos considerar vetusto) con Ubuntu, arrancando el programa The GIMP, un equivalente libre a Photoshop. Aquel día me impresionó, pero mi indisponibilidad de horas libres para intentar instalarle ciertas aplicaciones que necesito en mi día a día y que solamente se encuentran disponibles en .deb, me alejó de utilizarla como escritorio, pese a ser entonces un ferviente partidario de Gnome (que mucho más recientemente he cambiado por KDE).
En su escueto comunicado, desde Intel también recomiendan que “si actualmente utilizas Clear Linux OS, te recomendamos encarecidamente planificar tu migración a otra distribución de Linux que reciba mantenimiento activo lo antes posible, para garantizar la seguridad y estabilidad continuas”, pero sin especificar ningún nombre en concreto.
Finalmente, y antes de agradecer la participación en el proyecto que ha tenido un recorrido de una década, a los desarrolladores que han participado en él, desde Intel también afirman que la compañía “sigue profundamente comprometida con el ecosistema Linux, apoyando y contribuyendo activamente a diversos proyectos de código abierto y distribuciones de Linux para habilitar y optimizar el hardware de Intel”.
Personalmente, me sabe mal, y me parece una pérdida lamentable que una distribución, un sistema operativo al fin y al cabo, con la capacidad de hacer ‘volar’ un ordenador, muera de esta forma. Y, a partir de ahora, sólo espero dos cosas: o bien que sea la misma comunidad la que retome, con otro nombre y en otra parte, un proyecto que permita disponer de una distribución optimizada para ofrecer una velocidad digna de comparar un Ferrari con un Seat Ibiza, o bien que las optimizaciones que ha ido desarrollando el equipo de Clear Linux se integren en las demás distribuciones para facilitar una experiencia de uso más fluida y potente.