A todos nos ha pasado alguna vez en la vida y, me permito especular que, a la mayoría, en nuestra etapa estudiantil: encontrarnos con un texto especialmente enrevesado, ya sea por su vocabulario (a nivel técnico o de cultismos), o por la dificultad del tema que trata. Y cuántos de nosotros no habríamos dado algo por disponer de alguien o de alguna herramienta que nos facilitara dicha lectura.
Pues, ahora, Google ha conseguido esta “Piedra de Rosetta” para textos difíciles, basándose en su inteligencia artificial Gemini.
Simplify, que es el explícito nombre de esta herramienta, surge de un estudio a gran escala realizado por la misma Google sobre la capacidad de los modelos de lenguaje para hacer el conocimiento más accesible. Disponible por el momento cómo app móvil para iOS (iPhone, iPad), su propósito es el de transformar fragmentos de texto extensos y densos en versiones más sencillas sin perder los detalles esenciales (punto este muy importante para no perder conocimientos).
El proceso es directo: el usuario abre cualquier página web dentro de la aplicación, selecciona el pasaje complejo y pulsa el icono “Simplify”. Al instante, aparece una ventana emergente con la reformulación simplificada, todo ello sin abandonar la página original.
Pese a que desde la firma de Mountain View no han dicho nada al respecto de la llegada de Simplify a Android, esta es prácticamente segura, aunque no se sepa el momento.
Según afirman desde Google, la claridad resultante facilita la comprensión por parte del usuario y la retención de la información en la memoria, mucho más que con el texto original.
Pero ¿aprender no viene de esforzarnos por entender?
Cómo reflexión personal, y sin haber consultado con nadie experto en la materia de cómo funcionan los procesos de aprendizaje, estoy seguro que buena parte de estos son debidos a un esfuerzo por comprender aquello que, en principio, no nos parece alcanzable.
Siempre que, de pequeño, preguntaba el significado de alguna palabra de mis deberes a mi padre, él me exhortaba diligentemente a buscar dicho término en el diccionario o en la enciclopedia, según correspondiera.
Todavía hoy lo hago con la Wikipedia, o con Google Translate o ChatGPT para la traducción si estoy leyendo en una lengua que no domino, o en bases de conocimiento sectorizadas para temas muy concretos, como IMDB para mi vena cinéfila.
Si tenemos estas aplicaciones que nos simplifican la lectura, el proceso de aprendizaje de aquella información tal vez sí que mejore pero ¿y todo lo de valor que viene añadido al esforzarse por entender un texto enrevesado?
Llamenme “boomer” o cómo quieran, yo simplemente lo dejo ahí.