Musk sigue tomando lo que, visto desde fuera, parecen ser decisiones impulsivas sobre el futuro de Twitter, ahora renombrada a X. Sin parecer preocuparle el descenso de la inversión publicitaria en la red social de microblogging, que se ha hecho patente en las últimas semanas, sigue tomando decisiones que parecen no haber sido suficientemente meditadas para ser tomadas sobre una empresa del volumen de Twitter.
La última de dichas decisiones, el cambio de identidad corporativa de Twitter a X, fue anunciada por Musk en Twitter (perdón, ahora ya X) apenas un par de semanas antes de hacerse efectiva, para pasar a ser en una semana, una denominación interna para la compañía y, una semana después, un cambio público que empezó por la fachada de la compañía (con la substitución del logo del pájaro por una X gigante), para pasar a la imagen del icono de la aplicación móvil, y el resto de elementos de la interfaz web.
Pese a que el cambio todavía se está acabando de llevar a cabo, ya está bastante adelantado y realizado en un tiempo récord.
Dicho proceso no ha quedado exento de polémicas; por ejemplo, Twitter (X, que no me acostumbro...) ‘robó’ el nombre de usuario X que, desde hacía más de quince años poseía un fotógrafo de San Francisco. Según informa Ars Technica, la compañía de Musk simplemente tomó el control del nombre de usuario y, al anterior propietario, le ofreció a cambio algo de merchandising y reunirse con directivos de la empresa.
Gene X. Hwang, el fotógrafo afectado, ha rehusado la reunión, y también ha declarado que no irá a juicio porque prefiere evitar este problema en su vida. Pese a que X es una empresa privada y, en teoría, puede hacer lo que quiera, no pocas voces han criticado públicamente en las redes sociales este movimiento de la empresa.
Más allá del ‘rebranding’
Con la transición de Twitter a X, Elon Musk no solamente quiere hacerle un lavado de cara a la compañía que adquirió, sinó que es el segundo paso (tras modelar a su antojo la plantilla de trabajadores) en la conversión de la antigua Twitter en lo que ha dado en llamar una “aplicación universal”, y que se asemeja al concepto de aplicación extensible en sus funcionalidades que, por ejemplo, Tencent ha dado a WeChat.
Así, la futura X permitirá servicios financieros, entre los que se cuentan los micropagos por contenidos. Twitter evolucionará así como una plataforma (X) de negocio, con compraventa de bienes y servicios (¿competencia incluso a Amazon?) y posibilidades de monetizar los contenidos creados a la altura de Instagram o YouTube, o incluso superando a estas redes sociales.
Según el mismo Musk, las futuras funcionalidades de X incluirán lo que hasta ahora ha sido Twitter, además de Substack, YouTube, PayPal, Amazon, TikTok, WeChat y Baidu, todo ello desde una única aplicación y/o interfaz web.
