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Son las formas

Escrito por tecnonews el 03/06/2014 a las 19:58:07
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En las últimas semanas se han producido muchos hechos que son a todas luces ejemplificantes de un sistema. Pese a la fuerte abstención registrada en las elecciones europeas, dos cosas quedan claras, el descenso de los dos partidos que forman el llamado bipartidismo y el auge de opciones que se consideraban minoritarias y que desde los medios se empeñan en situar en la ultraizquierda.
 

Por otro lado hemos visto como el rey español, Juan Carlos I, cedía el trono a su hijo varón para que de algún modo refundara la monarquía.
 

Por si fuera poco, la ciudad de Barcelona ha vivido un conato de violencia sin precedentes.
Algunos se preguntarán ahora, ¿y qué te tienen que ver las NNTT con esto? No se trata de las NNTT en concreto sino que las mismas NNTT están contaminadas de una forma de operar que corroe todo el sistema.
 

En aquellos ámbitos que identificamos de forma rápida como técnicos no existe imparcialidad alguna. De este modo ministros, responsables de compañías o directores de centros institucionales (siempre con su ideología por delante) eligen para los puestos de confianza a aquellos que son sus amigos. Nadie dice que esos amigos no sean válidos, seguramente en muchos casos los más allegados de los que por decirlo de una forma coloquial mueven el cotarro, son de valía y garantía laboral. Sin embargo, cuando esos trabajadores cometen algún error por no cumplir el perfil técnico para el cual fueron designados (caso bastante frecuente), la ciudadanía no tiene otra opción que ponerse las manos a la cabeza y exclamar indignada.
 

Surgen preguntas como ésta: ¿Qué hacía un funcionario raso dirigiendo uno de los bancos más importantes de España? ¿Por qué tal director de ese centro con fondos públicos es el primo de ese otro alcalde? Conste que no ponemos en duda el hecho de que esos trabajadores designados por otro cargo público puedan ser buenos profesionales.
 

Si todos los trabajadores que copan puestos del ámbito público fueran escogidos tras una prueba que valorara por igual la valía de cada uno de los presentados, la ciudadanía no tendría la rabia que actualmente tiene hacia la vieja política de la transición. Cuando surgieran problemas, como ha sucedido con la crisis, los españoles juzgarían al trabajador y no a la persona, y con ello se tendría un problema menos que resolver.
 

Las formas en que se gestionan la elección de los altos cargos de la administración ha herido de muerte la credibilidad de un sistema muy en entredicho.