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Los derechos de las máquinas

Escrito por Redacción TNI el 26/02/2008 a las 12:07:23
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Vivimos en una sociedad cada día más egocéntrica. Una sociedad que, como se oye decir a bastantes personas, se prefiere pedir perdón que pedir permiso. Esto parece que es signo de competitividad y de saber lo que se quiere. Siempre se habla de los derechos de cada uno y pocas veces de las obligaciones propias sino más bien las de los demás. Desde un punto de vista empresarial quizás tenga un sentido muy avanzado y moderno, sin embargo es en muchas ocasiones un generador de frustraciones. Solo tenemos tiempo para nosotros y para el trabajo ¿Cuántas veces han oído decir, me he perdido la infancia de mis hijos? O yo primo más la calidad que la cantidad del tiempo que estoy con mis hijos… El otro día comentaban que en un parvulario, el primer día de clase, permitían estar a los padres un rato para que los niños se “habituaran” antes de dejarlos con el maestro. Es simplemente evitar que lloren cuando los dejamos y evitar que lloren en nuestra presencia. No queremos estar en los momentos de tristeza, no tenemos tiempo para estas cosas. Los momentos de calidad son cuando damos premios a nuestros hijos que nos recompensan con sus sonrisas. Los momentos de cantidad son el repasar las lecciones, el saber porque están tristes nuestros hijos, el rato que nos explican sus alegrías,… Los padres han hecho dejadez en la educación y responsabilizan a los maestros de la mala educación de sus hijos. Ante todo este panorama solo nos queda exigir nuestros derechos y reclamar a la escuela por cualquier cosa, salir en defensa de los hijos tengan o no tengan razón (los niños ya saben como aprovechar las situaciones). Es más fácil exigir que trabajar. Esto hace que ellos pierdan la cultura del esfuerzo ya que los padres están detrás para exigir las obligaciones de los otros. Los derechos son los derechos. Cualquier día, puestos a exigir reclamaremos los derechos de las máquinas como uno de los derechos fundamentales a exigir. Si a la sociedad del bienestar pero también si a la sociedad del “bienhacer”