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La tecnología no implica explotación

Escrito por Tecnonews el 11/05/2021 a las 20:07:36
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La llamada Ley Rider obligará a Glovo, Ubers y Deliveroo a convertir en asalariados a los repartidores que hasta el momento trabajaban como autónomos. Al mismo tiempo la regulación hará que el algoritmo que organiza el trabajo de los riders sea de acceso abierto para los sindicatos mayoritarios del país. Con ello lo que se quiere es acabar con la inseguridad laboral que el modelo de las plataformas de reparto está generando.

 

Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con la regulación. El presidente de la Asociación Profesional de Riders Autónomos ha criticado la medida al considerar que si las empresas deben regularizar a sus trabajadores autónomos, el volumen de trabajo caerá en picado, al mismo tiempo que la facturación por hora también verá un descenso. La argumentación no deja de ser extraña pues asume que si las empresas  de reparto tienen que jugar bajo las mismas normas que cualquier empresa, no pueden asumir los costes de tener una plantilla.

 

Antes de que existiera Glovo ya existía el reparto en bicicletas o motos. La innovación de las nuevas empresas de reparto fue introducir un algoritmo que gestionaba los pedidos y las entregas. La pregunta que debemos hacernos ante esta idea es la siguiente: ¿Por qué Glovo o Uber asociaron su modelo técnico a un modelo laboral? Desde la propia empresa se esgrimirá que sin una liberalización del trabajo de los rider hubiese sido imposible que su empresa floreciera. Esta idea es totalmente falsa pues, como ya hemos dicho, el reparto de productos ya existía antes de la aparición de Glovo o Deliveroo. Dicho de otro modo, los algoritmos de estas empresas  -el elemento realmente innovador- se podrían haber desarrollado sin explotar a los trabajadores, primero como falsos autónomos y luego como autónomos.

 

En este sentido, resulta preocupante que mucha población empiece a ver la innovación tecnológica como una enemiga. Con asiduidad se interpreta que la innovación va en contra de la ciudadanía y en favor de los intereses de las empresas y los gobiernos. Hay que decir que eso es una pena pues el potencial democrático y liberador de la tecnología es enorme.