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La cultura del esfuerzo

Escrito por Redacción TNI el 22/09/2010 a las 00:02:58
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Hace unos días en un diario económico se comentaba el triunfo del tenista español Rafael Nadal en el Open de EEUU. Lo interesante del asunto más allá de la calidad innegable del manacorí dándole con la raqueta a la pelota amarilla es la consideración con la que el rotativo encabezaba la noticia: Triunfar en Estados Unidos para conquistar Europa. Se explicaba que nuestro tenista es muy valorado al otro lado del Atlántico por el esfuerzo y trabajo con todo su equipo, realizado para llegar a lo más alto, tras las dificultades que éste había sufrido. Tras el triunfo parece relativamente fácil enaltecer las dificultades vividas y eliminar toda posibilidad de estigma que éstas hayan podido tener en la carrera profesional o deportiva de uno. Todo el mundo lo ve: ¡Es un triunfador! Existen no obstante otros que también han trabajado y no por ello han obtenido una recompensa de igual rango. Es bueno fijarnos en todos ellos. Hay personas que por su capacidad limitada no han triunfado pero que sin embargo derrochan esfuerzo. Es importante valorar la energía aunque esté exenta de gloria. El esfuerzo es un parámetro de muy difícil medida. Además cuando más dice alguien esforzarse menos creído es por el resto. Efectivamente en multitud de ocasiones vemos a personas que dicen invertir mucha fuerza en su trabajo y los catalogamos como auténticos seres abandonados a la vagancia. Pues bien, una vez identificado el esfuerzo como algo tan poco apreciado y sólo aparente en el éxito, convendremos en que está de capa caída. Los alumnos en las clases, las personas en el trabajo o los deportistas se han empecinado en positivar por delante de éste otros valores. Fijémonos en algunos casos concretos muy significativos. Aparece Steve Jobs y nadie ve que detrás de los milímetros de un iPhone está el trabajo arduo de un equipo de especialistas. Los mundanos sólo vemos al tipo con aspecto desaliñado presentándonos la panacea de la telefonía de forma despreocupada. Diríamos al observar al amigo Steve que un día desayunando tostadas con mermelada y zumo de naranja ideo en cinco minutos su producto y después en media hora lo tuvo desarrollado. ¡Falso evidentemente! Otro caso podría ser el de Cristiano Ronaldo por ejemplo. En el campo verde de rayas blancas vislumbramos a un joven malcriado que con furia y casta vence al rival. Nadie piensa en los millones de entrenamientos que desde chavalín, el chico de pelo pincho se ha chupado hasta llegar a la élite del futbol mundial. El último caso es incluso más trágico. ¿Con la ley extraña de paridad sexual en el trabajo, cuántas mujeres trabajadoras y esforzadas se sienten despreciadas? Y es que en esas estamos. Nuestra sociedad ha sustituido el esfuerzo por otros valores, llegando a considerar el trabajo duro como algo digno de mamarrachos sin genio. La suerte, la casta, el mesianismo, la creatividad o la feminidad son ahora algunos de los nuevos atributos que marcan tendencia. Quizás deberíamos recurrir al refranero popular para darnos cuenta de algo que estamos perdiendo: "Cuanto más trabajo más suerte tengo"