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Airbnb podría desaparecer de Nueva York

Escrito por tecnonews el 25/10/2016 a las 19:50:36
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Tres son los implicados en este caso que finalmente ha llegado a su punto más crítico: Airbnb, las autoridades de Nueva York y los sindicatos de hoteles de Manhattan.

 

La ley prohíbe los alquileres de corto plazo en Manhattan. Según los críticos de Airbnb formados por los sindicatos y algunas autoridades políticas, la empresa lleva incumpliendo esta ley desde el año 2010.

 

Por su parte, la firma de San Francisco ha declarado que tiene intención de pagar impuestos y de adaptarse a las normativas que la administración le impone a la firma y que según ésta aportaría a las arcas de Nueva York la suma de 90 millones de dólares anuales. No son las únicas acciones que ha tratado de llevar a cabo Airbnb para no desaparecer de Manhattan. Con tal de sortear la ley que hará que la compañía pierda uno de sus pesos pesados en volumen de negocios, Airbnb se ha ofrecido a introducir un sistema de registros de huéspedes obligatorio para que las autoridades puedan llevar a cabo un cálculo de como impacta el turismo no reglado en la ciudad, y se ha ofrecido también, para establecer un límite de personas máximas que cada vivienda puede alquilar.

 

Es algo crucial para la firma llegar a un acuerdo con el consistorio neoyorkino. Además de contar con 43.000 viviendas en la ciudad de los rascacielos, la empresa valorada en 30.000 millones de dólares, podría estar esperando un Oferta pública de venta (OPV) que sin la ciudad en cuestión rebajaría el precio de la marca.

 

Hasta aquí los hechos, ahora las preguntas: ¿Se puede poner puertas al mar? ¿Es correcto decir que Airbnb es el mar y los viejos negocios de la hostelería las puertas? No es la primera empresa que se encuentra con una situación como ésta. Solo hace falta recordar la cruzada contra Uber iniciada por los conductores de Taxis para darse cuenta de que las empresas que ofrecen intercambios entre personas sin mediadores y quienes ofrecían antes esos servicios serán cada vez más numerosos.

 

Entonces es cierto: no hay que poner puertas al mar porque no puede ser prohibida la libre relación entre dos personas. Sin embargo, la crítica que elaboran los comercios tradicionales que pierden clientes tienen toda la razón del mundo para quejarse. Si Airbnb no paga licencias, tampoco ellos deben hacerlo. Si Uber no controla sanitariamente los vehículos que emplean sus usuarios, pues los taxistas tampoco tendrán que hacerlo. Si nadie en Uber o Airbnb paga impuestos llevar a gente en un coche o hospedar a alguien, entonces los negocios tradicionales no deberían pagar impuestos. La cosa ya se torna un poco más complicada cuando nadie paga impuestos.