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Vargas Llosa, el elefante

Escrito por JOAN BARRIL el 13/10/2010 a las 00:51:49
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Es sobradamente conocida la parábola de los seis estudiantes indios y ciegos que van a conocer al elefante. Uno de ellos toca el elefante por los colmillos y dice: "el elefante es como dos espadas curvas". Otro de los ciegos abraza una de las patas y afirma que el elefante es lo más parecido al tronco de un árbol. El tercero intenta hacerse con el rabo del animal y acaba considerando que el elefante no es más que un reptil parecido a una serpiente juguetona. El ciego más alto llega hasta la trompa y corrige a su  compañero: "No es una pequeña serpiente sino una verdadera boa que puede levantar a quién quiera del suelo". Otro acaricia las orejas y piensa que el elefante es una enorme mariposa. Finalmente el sexto se abalanza sobre el flanco del animal y define al elefante como una enorme pared mullida y resistente. Se trata de una parábola muy divulgada para demostrar que la realidad no suele estar en las cosas sino en la mirada que tenemos sobre las cosas. Pensé en los estudiantes indios y ciegos el día en que se anunció el premio Nobel de Literatura para Mario Vargas Llosa. A la mañana siguiente tenía previsto escribir un reportaje sobre la estancia del flamante premio Nobel en Barcelona, dónde no sólo editó su primer libro "La ciudad y los perros" sino que conoció al que sería su editor Carlos Barral y a la agente literaria Carmen Balcells. La estancia de Vargas en Barcelona se prolongó unos tres años y medio. Era entonces un joven treintañero que vivía en una casa del barrio de Sarrià y dónde pasó desapercibido por la mayoría de sus vecinos. Me levanté muy temprano para consultar en Internet alguna pista que me indicara la dirección exacta de la calle Osio en la que el escritor residió. Me sería más fácil para sacar unas fotografías del portal exacto que tantas veces había traspasado el Nobel. Ni rastro de la dirección. Pero en cambio me sorprendió un hecho curioso. Como sabrán algunos consultores de la Wikipedia también hay una versión en catalán y en otras lenguas de esa misma fuente de consulta. En catalán Wikipedia se ha convertido en Viquipèdia. A las 7.20 de la mañana me encontraba tecleando el nombre de Vargas y ahí aparecían dos versiones de su biografía. En el destacado la Wikipedia se limitaba a contar el lugar de nacimiento, sus estudios, sus viajes y sus escarceos políticos. En la Viquipèdia, por el contrario, lo más importante de la voz "Mario Vargas Llosa" era que el escritor y académico de la lengua había sido uno de los primeros firmantes del llamado "Manifiesto por una lengua común". Por supuesto que, a aquellas horas tan tempranas,el responsable de Viquipèdia ya se había encargado de actualizar el perfil de Vargas destacando el Nobel recién concedido, pero esa firma del dichoso Manifiesto era por lo visto más importante que el galardón justamente otorgado. (Por cierto: en el día de hoy, 12 de octubre, esta diferencia entre Viquipèdia y Wikipedia todavía está vigente). Para los profanos en este tipo de polémicas les recuerdo que el Manifiesto por una lengua común surge de una confabulación mediática basada en una lectura escorada de la realidad lingüística de Catalunya. El Manifiesto dichoso no fue redactado como un acto de afirmación de una lengua universal hablada y entendida por centenares de millones de hombres y mujeres. La intención última del Manifiesto era practicar el victimismo de una lengua poderosísima -el castellano- ante la supuesta y falsaria amenaza de una lengua pequeña y local como era el catalán. Añádase a esto la ignorancia voluntaria con la que determinados "soi disant" intelectuales afrontan los problemas sin irlos a conocer de cerca y ya tenemos los motivos últimos de la redacción, publicación y exageración del Manifiesto. Conociendo la biografía de Mario Vargas Llosa, un escritor que ha vivido en todo el mundo y que ha hecho causa de la cosmopolidad y del rechazo que le produce todo nacionalismo, no es nada extraño que firmara aquel Manifiesto. Pero cabe preguntarse qué es más importante en la vida de la gente: ¿una firma entre muchas o una obra única? En uso de su libertad Vargas firmó un documento que yo personalmente considero equivocado, pero no voy a negarle a Vargas su derecho a pronunciarse públicamente sobre una cuestión relacionada con su condición de académico. La democracia se dirime en aquel bello diálogo atribuido a dos caballeros ingleses: "No estoy en absoluto de acuerdo en lo que usted está diciendo, pero le aseguro que daría mi vida para que usted pudiera seguir diciéndolo". Una vez más apareció la parábola de los indios ciegos y el elefante. Para el redactor de Viquipèdia lo más importante, el gancho que llevaba al curioso a su consulta, era recordar la firma del Manifiesto. Para los de Wikipedia, tanto en castellano como en inglés, la existencia de ese Manifiesto que había llevado a Vargas Llosa a las tinieblas de la anticatalanidad ni siquiera existía. Enfrente de la calle Osio número 50 pensé en qué habría sucedido si uno de los enciclopedistas de Wikipedia o de Viquipèdia hubiera vivido también en aquel inmueble. Tal vez hoy, tras el nombre de Vargas Llosa, podríamos leer algo así como. "escritor peruano, nacido en Arequipa, que era siempre el primero en bajar la bolsa de basuras a la calle". O también podría montarse una bella biografía en la que alguno de sus vecinos dijera: "escritor peruano, Nobel del 2010, que solía desayunarse cada mañana en la pastelería Foix, propiedad del poeta J.V.Foix, sin que en ningún momento de aquellos años se reconocieran y se dirigieran ni siquiera la palabra". Una enciclopedia, sea electrónica o de papel, es una herramienta que intenta condensar la verdad de todo aquello que creemos saber. Pero incluso en estos casos el enciclopedista moderno debería ceñirse al rigor y a la jerarquía de los hechos que describe. Con su referencia a la firma del Manifiesto por parte de Vargas Llosa, el redactor, aún sin mentir, no se ha colocado al servicio de la verdad sino al servicio de la agitación patriótica de sus presuntos lectores. Cuando se ponen al mismo nivel la ingente obra del Nobel y la firma de un documento espúreo, algo chirría en la acumulación del saber. Hasta ahora veíamos como las enciclopedias y los diccionarios eran trivializados por diputados sin formación o por polemistas sin argumento. Esa gente que, incapaces del estudio y de la duda, echan mano del diccionario para convertir una definición lexicográfica en una afirmación política. Ahora vemos como la trivialización no viene de la manipulación de los compendios de la cultura sino que se subvierte la cultura en beneficio de la información. Todo es información, pero la información no lo es todo. Para hacernos una idea cabal de las cosas, los personajes y los hechos hace falta un reposo que las nuevas y vertiginosas enciclopedias, mudables cada día, son incapaces de proporcionar. Los enciclopedistas de Diderot y D'Alembert aspiraban a la perennidad. Pero las enciclopedias de hoy lo único que nos ofrecen es la confirmación de lo que ya sospechábamos. Por ejemplo: que Vargas Llosa será recordado en Catalunya más por una firma soberana que por una obra completa trabajada, corregida y dignificada por el autor. Por fortuna el elefante Vargas Llosa está ahí, impartiendo clases y escribiendo para hacer al mundo un poco mejor. Pero tras esta tergiversación torticera de las enciclopedias electrónicas hoy me siento como un estudiante ciego que jamás podrá saber si una trompa es una serpiente o si Aníbal cruzó los Alpes a lomos de una enorme mariposa.