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Los taxistas tenían razón

Escrito por Albert A. Martin Mestre el 30/12/2014 a las 14:55:04
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Cuando se habla de tecnología, es frecuente escuchar que el progreso es imparable. No se pueden poner palos a las ruedas de la libertad, el futuro es quien manda... un ejército de frases hechas que no son más que un mal tuit.

Recientemente volví a casa en taxi por la noche y decidí meterme en un tema controvertido con el propietario de ese coche:  Uber. En alguna ocasión he podido afirmar que los taxistas deberían saber que su negocio está llegando a su fin pues no tienen la potestad para negar que alguien, libremente y con su coche, ejerza la noble tarea de transportar a gente gracias a la aplicación móvil de origen americano. Después de la conversación que tuve, estoy claramente posicionado en las antípodas de esa idea.

El taxista, un hombre amable, me explicó que cada seis meses debe pasar la ITV, que cada poco tiene que realizar una tarea de mantenimiento higiénico de su vehículo, que asiduamente debe controlar los niveles de los filtros del aire acondicionado, que si en caso hipotético de que un viajero, volviendo de fiesta, vomita en el coche (incluso me comentó que una vez vomitaron encima de un compañero suyo) debe abandonar la carrera y llevar el coche a un lavado completo sin el cual no puede circular. Con toda seguridad esas no son las únicas premisas a las que se deben los taxistas para poder trabajar. Si a ellas le añadimos que tienen un carnet especial llamado BTP que cuesta unos 600 euros de media y que pagan por la licencia y el taxímetro, me parece claro que es algo injusto que un servicio no reglado y que no tiene que atender a esos requisitos pueda hacer la competencia al mundo del taxi.

Al fin y al cabo, no podemos afirmar que los taxistas sean meros conductores que llevan gente de un lado a otro. Ellos son expertos del transporte de personas que cuando hacen bien su trabajo pueden dar a los viajeros una carrera de lo más agradable. En mi caso, este señor de increíble amabilidad, me llegó a comentar que en función del tipo de jóvenes y sus indumentarias que recoge por la noche (siempre trabaja en ese horario) les pone una emisora u otra acorde con sus gustos.

Uber se plantea como la falsa libertad que actualmente amenaza con conquistar el mundo. Sin embargo y como diría cualquier teórico de la justicia, lo más contrario a la libertad es la ausencia de normas.