Actualizado el 16/04/2024

icon Facebook icon Twiiter icon RSS icon EMAIL
  1. Portada
  2. >
  3. Opiniones
  4. >
  5. Por qué la discapacidad no teme a la tecnología?

Por qué la discapacidad no teme a la tecnología?

Escrito por Slivia Leal el 27/06/2017 a las 17:35:10
4151

(experta en e-Liderazgo y transformacion digital)

¿Recuerdas el significado exacto de la palabra «robot»? Hoy, la RAE define el término cíborg como el acrónimo de «cybernetic organism», todo aquel «ser formado por materia viva y dispositivos electrónicos».

 

Fue acuñada por dos científicos de la NASA, Manfred Clynes y Nathan Kline. Lo hicieron en su artículo Cyborgs and Space, un trabajo en el que también proporcionaban la primera definición: «Un sistema hombre-máquina en el cual los mecanismos de control de la porción humana son modificados externamente por medicamentos o dispositivos de regulación para que el ser pueda vivir en un entorno diferente al normal».

 

El estadounidense Les Baugh es un ciborg muy inspirador, dado que lleva una prótesis robótica doble controlada por su cerebro. Hace más de cuarenta años sufrió una amputación de brazos, a la altura del hombro, pero los cirujanos de la Johns Hopkins University (Estados unidos), le han devuelto a la «normalidad».

 

Para ello, fue sometido a una intervención que ligó las terminaciones nerviosas de su torso a los electrodos y la carcasa del sistema. Esto permitía que su prótesis pudiera interpretar las órdenes enviadas a su sistema nervioso de forma prácticamente inmediata. Tan solo necesitó diez días para poder volver a hacer todas aquellas cosas a las que tuvo que renunciar el día en que un fatal accidente le cambió la vida.

 

Cerca del 90 % de las personas «condenadas» a una silla de ruedas, se lo deben a un accidente, una caída o un episodio de violencia, mientras que tan solo el 10 % restante encuentra su origen en enfermedades como el cáncer, la espina bífida o la tuberculosis.

 

Lo que muchos no saben, sobre estas estadísticas, es que el daño «colateral» es, en algunas ocasiones, incluso mayor que la propia paraplejia. La pérdida de movilidad está asociada, entre otras complicaciones médicas, a problemas circulatorios y trombosis. Por este motivo, reduce tanto la esperanza como la calidad de vida. Por si fuera poco, muchas personas que sufren lesiones medulares padecen también dolor crónico y cerca del 30 % tiene signos de depresión clínicamente significativos. Como es lógico, esto hace que disminuyan, a su vez, tanto su esperanza como su calidad de vida, un largo ciclo que suma y sigue? ¿Nos vamos poniendo en su piel?

 

Hace tan solo una década leer algo así nos hubiera llevado a pensar: es la vida, ¿no es cierto? En ese momento no había mucho que hacer, lo mejor era aceptarlo y empezar de nuevo tratando de aprovechar la vida que a cada uno le hubiera tocado vivir. Afortunadamente, eran otros tiempos y gracias a la llegada de los exoesqueletos mecánicos ya no hay por qué resignarse. Con ellos, es posible volver a caminar.

 

En este momento debo mencionar el trabajo del Walk Again Project, liderado por el neurocientífico Miguel Nicolelis. De acuerdo a sus investigaciones más recientes, el uso de este tipo de aparatos potencia las señales neurológicas que inducen plasticidad y podrían llegar a devolver la movilidad a algunos pacientes. Aún es pronto para sacar conclusiones definitivas, porque su trabajo está aún en una etapa muy incipiente, pero, desde luego, merece la pena estar alerta. Por todo ello, se ha convertido en un cíborg muy conocido pero, en realidad, es algo natural que está ligado a los avances más recientes de la medicina.

 

La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad degenerativa que paraliza el cuerpo y altera los procesos motores del habla, por lo que la comunicación con estos pacientes acaba siendo todo un reto. Por esa razón, en la Universidad de Stanford, un equipo investigador ha creado un sistema experimental que permite que estos enfermos puedan teclear unas seis palabras por minuto. Bautizado como BrainGate, funciona gracias a un sensor (implantado quirúrgicamente en el cerebro) que recoge las señales generadas cuando una persona piensa en mover un miembro, lo que se envía a un decodificador que convierte esta información en comandos sobre un dispositivo externo, en este caso el cursor.

 

También es prometedor el anuncio de la Agencia DARPA: «Si usted ha sido herido en acto de servicio y no puede recordar a su familia, queremos ser capaces de restaurar este tipo de funciones». Sus investigadores aseguran que, gracias al uso de implantes cerebrales, pronto podrán resolver la pérdida de memoria de soldados heridos y beneficiar, con su trabajo, a enfermos de Alzheimer y demencia.

 

Por ello, cuando hablamos de cíborgs, ya no se trata de ciencia ficción, sino de la cura frente a una enfermedad, o del mejor camino para poder mantener una calidad de vida digna. Ahora, piénsalo bien: ¿en una situación así, te negarías a convertirte en cíborg? Yo lo tengo muy claro: no dejaría escapar la oportunidad, aunque tampoco puedo evitar hacerme la pregunta: ¿será la fusión de dispositivos cibernéticos y cuerpos orgánicos el camino correcto?

 

El deseo de expandir al ser humano, más allá de los límites y condicionamientos que nos han llegado marcados por la naturaleza, no es nuevo en absoluto. La diferencia está en el camino, hoy intrínsecamente ligado a la tecnología.

 

El emperador Qin Shi Huang (260 a. C.-210 a. C.) estaba obsesionado por la inmortalidad, lo que le llevó a tomar mercurio para prolongar su vida, cosa que acabó volviéndole loco y, por supuesto, matándole. El Papa Inocencio VIII (1432-1492) ha pasado a la historia por las transfusiones de sangre de jóvenes de buena salud (por vía oral) en busca de la energía vital y la vida eterna.

 

Por todo ello, yo también apuesto por la fusión entre el hombre y la tecnología para mejorar y extender la vida de aquellos que viven con una enfermedad o una discapacidad? No obstante, con respecto a su aplicación para mejorar la humanidad, hagámoslo con conciencia, por favor, que no todo vale?